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Profesor de la UManizales habla sobre el panorama de las finanzas en una pandemia sin superar

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Manizales, viernes 21 de octubre de 2022. El 23 de octubre de cada año se conmemora en Colombia el Día del Financiero y con ocasión de esta celebración el profesor de la Universidad de Manizales, Rafael Gómez Gómez, quien es candidato a PhD en Ciencias Financieras, relata su visión de las finanzas con base en lo vivido en los últimos años y las condiciones que impone una pandemia que aún afecta al mundo.


“Para septiembre de 2008 se había precipitado una de las peores crisis económicas de la historia contemporánea. El estrés abrumador y el dolor de experimentar tal convulsión legó grandes lecciones, entre ellas: que toda crisis comienza por excesos de endeudamiento; segundo, que en los mercados financieros la máxima que plantea que las crisis traen las más grandes oportunidades es innegable, y en tercer lugar, que el pensamiento colectivo promueve ciertas percepciones que no siempre coinciden con la realidad.

Pasado marzo de 2009 el mundo entró en un proceso de recuperación sin precedente, con Ben Bernanke a la cabeza – quien en días pasados fue galardonado con el Premio Nobel de Economía. Estados Unidos experimentó una serie de planes de rescate que implicaron el uso de todo tipo de herramientas por parte de los creadores de política económica y monetaria, reducciones de tasas de interés, planes de recompra de bonos, emisiones de dinero y un discurso destacado por la prudencia y la claridad.

El resultado fue una expansión económica saludable y una década de crecimiento económico y relativa estabilidad en la región, pero ese mar de calma, tal como sucede en el fútbol americano cuando el capitán se desprende de los hombres que conforman el saco de protección, sufrió un golpe por el “lado ciego”. Los titulares que desde el 2018 venían advirtiendo un exceso de endeudamiento de los gobiernos a nivel mundial, preocupaciones por el Brexit, así como las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China no sospecharon siquiera lo que se avecinaba.

El 2020 comenzó con buenos pronósticos, las grandes firmas de inversiones a nivel mundial hablaban de crecimientos posibles en las acciones cercanas a un 10% o 15% y el Bitcoin alcanzaba máximos históricos, mientras que en materia de salud se acrecentaban las noticias de un virus mortal que se propagaba por Asia y Europa. Llegó marzo y fue probablemente el mes más volátil que haya experimentado el mundo bursátil en los últimos 20 años, con caídas y retrocesos que superaban en ocasiones el 10%, y el agravante de muchas industrias completamente postradas.
En finanzas una de las grandes herramientas que se utilizan en la planeación corporativa es la construcción de presupuestos, pero difícilmente se contempla facturar 0 durante meses. En general una pesadilla para el empresariado y un verdugo de buena parte de los negocios más vulnerables.

La respuesta de los países más avezados no se hizo esperar. Tal como en el 2008 se enfiló toda la batería monetaria y fiscal para tratar de mantener el empleo y la actividad económica, no así en buena parte de los países emergentes y aún menos en países pobres. La respuesta tardía en esas geografías se tradujo en el deterioro de buena parte del empleo y demandó una ampliación de los déficits presupuestales para soportar algo de ingreso en las familias afectadas.
Mientras el mundo luchaba contra el rigor del covid - 19, los mercados financieros hicieron una fiesta impulsados por dinero barato materializado en aumento de activos de los bancos centrales, los precios de las inversiones de riesgo, entre ellas las acciones, los bonos y la naciente familia de cryptos y NFTs que se aceleraron de manera vertiginosa llegando a valoraciones exuberantes.

 

La valorización del S&P 500 llegó a un 100% entre marzo del 2020 y diciembre del 2021, activos como el Bitcoin desde el inicio de la pandemia hasta los más agudos picos llegaron a valorizarse en más de un 1.150%, y algunos NFT -que en términos generales son imágenes, canciones o accesorios de juegos “únicos” codificadas bajo el sistema descentralizado de Blockchain que soporta el mercado de cryptoactivos llegaron a cotizar por varios cientos de miles de dólares. Mientras tanto, en los mercados “reales” las restricciones generadas por la pandemia comenzaban a pasar factura al escasear productos básicos como materias primas, artículos de alto valor agregado como los semiconductores y aumentaban los precios del transporte marítimo. Dichas restricciones generaron un shock de oferta que se trasladó rápidamente a los precios de los consumidores a nivel mundial.

Una realidad consistente con el adagio que propone que “que el hecho que algo este mal no significa que no pueda empeorar” y en un episodio de múltiples violaciones bilaterales Rusia invadió a Ucrania. Lo anterior agravó el problema de suministro y además demostró la pesimista, aunque realista frase de Aldous Huxley: “Quizá la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia”. Mientras analistas de cada bando se esfuerzan por suponer a quién le va peor en este conflicto, las familias del mundo entero viven el rigor del encarecimiento de diversos bienes y servicios imperativos para su subsistencia.

El curso de la historia nos condujo a un callejón estrecho en el que es prácticamente imposible mejorar algún elemento de la ecuación sin deteriorar las demás. Las recetas clásicas para controlar la inflación consisten en aumentar las tasas de interés y disminuir la cantidad de dinero en la economía, como notablemente lo vienen haciendo la FED, el ECB y los demás bancos centrales del mundo, sin embargo, lo anterior implica un castigo inexorable al empleo y a la actividad económica y mientras las expectativas se ajustan y el comercio internacional se “normaliza” los mercados de renta fija, acciones y cryptos viven una caótica resaca, un aterrizaje forzoso en un año donde ningún activo ha valido de refugio más que el dólar, ninguna economía ha estado al margen de la turbulencia y las finanzas han sido cualquier cosa, menos predecibles.

Este es un llamado al optimismo pues tal como se describe en las primeras líneas en los mercados financieros las crisis traen las más grandes oportunidades para corregir el rumbo, aprender lecciones, volver la mirada sobre lo que se hace y descubrir qué retos propone un año en rojo en las bolsas del mundo”.
Rafael Gómez Gómez.

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