Dsicurso acto de posesión Rector Duván Emilio Ramírez Ospina
Buenos días.
Un cordial saludo a todas las personas que nos acompañan en este recinto y a quienes nos están siguiendo de manera remota. A mí me hubiera gustado tener este auditorio lleno, hubo muchas personas que me llamaron o escribieron para estar aquí presentes, pero las circunstancias que vive el país y el mundo nos lo impiden.
Quiero saludar y agradecer a las autoridades y a las personas que me han enviado su saludo: a la Ministra de Educación, María Victoria Angulo, al Gobernador de Caldas, Luís Carlos Velásquez, al señor Alcalde, Carlos Mario Marín y a todas las personas que nos han enviado mensajes: profesores de la universidad, egresados, estudiantes, administrativos.
Primero quiero agradecer a muchas personas que han tenido que ver en que yo hoy esté asumiendo este cargo, el más significativo y el más importante de mi vida profesional. Son muchas personas, no alcanzaría a mencionarlas.
Agradecer al Dios de mis padres por permitirme esta oportunidad, a mi familia: a mi padre que hoy seguramente nos acompaña desde otra dimensión, por haberme enseñado el valor del trabajo honesto y dedicado; a mi madre, que tengo la fortuna de que esté en este recinto, quien, siendo una mujer de origen campesino y sin mucha formación académica, comprendió y me enseñó el valor de la educación en la transformación de generaciones de seres humanos y de sociedades enteras. Aquí quiero contar una anécdota, una frase que todavía está en mi memoria y recuerdo hoy, cuando yo era joven y nos enfrentábamos a la dificultad propia de una familia colombiana, caldense, de bajos ingresos, campesina, para poder continuar mis estudios, para no desertar del sistema educativo. Mi madre siempre decía que haría todo lo que estuviera a su alcance para que yo pudiera estudiar porque no me quería ver a la cola de un azadón. Espero haber cumplido y haber hecho mi parte. Muchas gracias, mamá.
A mi esposa Gloria Esperanza Ospina, por ser mi compañera de viaje durante 36 años; hemos pasado momentos difíciles, muy difíciles, pero también muy buenos momentos; a mis hijas Constanza y Lorena, porque se convirtieron en la energía vital de mi vida; a mis nietos María Fernanda y Pedro, porque han representado la repotenciación de esa energía vital que me ha movido; a Nicolás el esposo de mi hija Constanza, porque con su dedicación a la familia y a los hijos cada día me ayuda a evocar la niñez de mis hijas lo cual me inspira para continuar avanzando. Con ellos también me disculpo por todas mis ausencias para atender los diferentes procesos y compromisos que me han traído hasta aquí. Este camino me ha obligado a muchas ausencias, en todos los procesos de formación que hemos tenido que emprender.
Quiero agradecer a todos mis compañeros de la Universidad de Manizales: empleados, profesores, graduados, administrativos. A mis compañeros de estudio que hoy están representados por Leonardo Orozco. Mis compañeros de estudio en la formación como economista, me dieron la oportunidad de ser su representante ante el Consejo Académico de la Universidad.
También a los demás compañeros de trabajo en la Universidad y aquí voy a contar un secreto, que ha estado guardado por más de 12 años, secreto que tenía con una compañera muy querida de todos nosotros, quien ya está retirada. María Medellín fue la primera persona que soñó que yo podría ser rector y me lo dijo. Yo le dije: no diga eso que nos echan a los dos, fue lo que se me ocurrió decirle. Ella me dijo que sería un secreto entre los dos y siempre me preguntaba cómo iba nuestro secreto… creo que ahora va muy bien. Una vez le decía yo al Dr. Guillermo Orlando Sierra que mi aspiración a la rectoría era más una aspiración de algunos amigos que mía. Y esa aspiración hoy se está concretando.
Quiero agradecerle muy especialmente a todas aquellas personas que han hecho parte de mis equipos de trabajo durante 22 años, que tuve la oportunidad de ser decano, en diferentes momentos y en diferentes facultades. Con todos ellos hemos hecho recorridos importantes y creo que eso ha sido muy representativo para este logro.
Quiero agradecerle al Profesor Guillermo Orlando Sierra, por haber confiado en mí y permitirme ser Decano durante los últimos 10 años; juntos emprendimos muchas cosas, en algunas estuvimos de acuerdo, en otras no. A todos los compañeros del equipo de trabajo de la administración que hoy termina, que han sido mis compañeros durante todos estos años, por haberse esforzado por llevar la Universidad al sitial de honor que actualmente ocupa. Un lugar muy importante de mi gratitud para los fundadores de la Universidad de Manizales, encabezados por Hugo Salazar García, que supieron interpretar los anhelos de educación de la población manizaleña de la época, que tenía pocas oportunidades de acceder a la educación superior y encontraron en esta increíble aventura esa oportunidad: yo mismo soy el resultado de ello.
Un agradecimiento eterno al Consejo Superior por haberme confiado los destinos de la Universidad; a los profesores, los tres Diegos, Hernández, Ocampo y López, Fredy Betancur; Beatriz Mejía; los estudiantes Mateo Rodríguez, Nicolás Quintero, Juliana Loaiza, Luís y Alfonso Delgadillo; a los representantes del estamento administrativo, María Isabel Urrego y Yon Alexander Salazar; a los Decanos Néstor Castaño y Gonzalo Tamayo; a los representante de los graduados Carlos Arturo Buriticá, y Arison Riascos. Dedicaré los próximos cuatro años de mi vida a honrar el compromiso adquirido cuando confiaron en mis capacidades para asumir este reto.
Finalmente, quiero agradecer al nuevo equipo de trabajo por aceptar acompañarme en este camino que hoy emprendemos; de ellos también espero su mejor esfuerzo y dedicación, las circunstancias que vive el país y el mundo así lo exigen.
Recibimos la Universidad en un momento especialmente difícil para la humanidad, que nos ha obligado a un cambio en todas nuestras rutinas y prácticas habituales, que amenaza la estabilidad de todo tipo de organizaciones, genera incertidumbre y pone en peligro permanente la vida misma; sin embargo, como miembros de una comunidad académica, tenemos confianza que finalmente la ciencia encontrara una salida.
A pesar de lo anterior, reconocemos una Universidad fuerte que lleva en su ADN la capacidad para superar la adversidad y la dificultad; no puede ser de otra forma en una organización que nace de las entrañas del movimiento cooperativo, que se ha formado en lo que en Colombia hemos llamado la economía solidaria; la cual según los planteamientos de Boff se presenta como una alternativa a la economía capitalista, aún más, como una economía pos-capitalista, porque se encuentra dentro de la era del econozoico y no solo del tecnozoico; está impulsado por los ideales éticos de preservar todo tipo de vida y crear condiciones para el bienestar de todos.
Esta Universidad que para impartir sus primeras clases necesitó aulas prestadas. Creo que la gran mayoría de quienes hemos pasado por la Universidad de Manizales, recordamos los tiempos -o por lo menos nos lo han contado-, que cuando la Universidad tenía aulas prestadas y llegaron a estudiar en la noche, encontraron que tenía candado por una decisión gubernamental. Tal vez en ese momento, no tenía la Universidad, o lo que era más un sueño de universidad, lo más elemental que las circunstancias de la época exigían como elementos básicos para poder hacer una clase e impartir una educación de alta calidad. Pero hoy, 48 años después, aquí estamos, reconocidos como una de las universidades más importantes del país, con acreditación de alta calidad, con una fuerte vocación científica, sin perder la sensibilidad social; firmes a los principios solidarios de los pioneros de Roche Dale; porque nadie puede desconocer que en la Universidad de Manizales se viven y se practican estos principios. Cómo desconocer la presencia de la democracia en una institución en la que estudiantes, profesores, graduados y administrativos pueden elegir sin ninguna interferencia a sus representantes en los diferentes órganos de gobierno corporativo; pero además, tienen diversos mecanismos para ser escuchados; la democracia en esta Institución va más allá de la mera representación, incluye múltiples formas de participación, se puede decir sin temor a equivocarse que somos también una escuela de democracia, comprometida con la formación de ciudadanos.
El principio de la solidaridad sigue estando presente en los pasillos, las aulas, cafeterías, en general en todo el campus universitario, tanto físico como virtual; pero además son una práctica corriente, presente en los diferentes beneficios que se han creado para la comunidad académica, como las becas bien, memo, deportivas, culturales y tantas otras que hoy ofrece la Universidad de Manizales a estudiantes, docentes y personal administrativo. Pero no solo podemos exhibir con orgullo las prácticas solidarias y la vida del principio de la solidaridad en los apoyos de la Universidad hacia sus estudiantes, profesores, administrativos, también en el accionar de toda nuestra comunidad; la vinculación a proyectos de ciudad, de región y de país, que buscan la inclusión de aquellos que están por fuera de las oportunidades que la modernidad nos prometió. Esto lo podemos evidenciar entre otros en los proyectos de Universidad en el campo y Universidad en tu colegio, proyectos de regionalización, educación virtual. De esta forma, además le damos vida al principio fundacional de permitir el acceso a la educación superior a los que están excluidos de ella.
Asumo el liderazgo del rectorado con la firme convicción de que vamos a continuar construyendo sobre lo construido, continuaremos la senda que los fundadores de la Universidad y otros rectores iniciaron. Trabajaremos sobre el resultado de 48 años de historia, que dejan a la Universidad de Manizales con buena solidez financiera y patrimonial, con una fortaleza académica representada en programas de pregrado, especialización, maestría y doctorado, grupos de investigación e investigadores en sitiales de honor en el contexto nacional e internacional y sobre todo con un capital humano bien formado para enfrentar las dificultades que encontremos en el camino; en este sentido es importante destacar lo planteado por Theodore Schultz en su libro invirtiendo en la gente, con el que ganó el premio nobel de economía en 1979, cuando señalaba que el activo más importante que tiene una organización es su gente, pero una gente bien formada, con un estado de salud que le permita hacer uso adecuado de la formación y que esto sirva no solo para mejorar los resultados de la organización, sino también para mejorar las condiciones de vida de la humanidad.
Dedicaremos nuestro esfuerzo a seguir consolidando una universidad presente y actuante en el desarrollo de las regiones, el país y el mundo, que aporte a la construcción del conocimiento universal; con un marcado énfasis en el pensamiento latinoamericano; sin excluir tradiciones de pensamiento de otras latitudes, en la perspectiva de un conocimiento que contribuya a transformar las condiciones de vida de la humanidad. Creemos necesaria la integración social y la desamortización de polos tradicionales de desarrollo, bajo un modelo innovador, flexible y adaptativo a las particularidades de cada región, en esa lógica, pretendemos “ser universidad donde es difícil ser universidad”. Nosotros hemos sido universidad en la vereda La Mermita de Aguadas, en la vereda El Silencio, en el municipio de Samaná, en el corregimiento de Florencia, en Samaná, en la vereda Las Coles, de Pácora y así en muchas otras regiones. Seguiremos siendo universidad en los lugares más difíciles del país. Cuando voy acompañado de la profesora Dora Myriam, Cristian y Ricardo, a las veredas a entregar títulos profesionales, pertinentes para las regiones, me provoca mucha emoción, parecida a la que sentí, cuando estaba iniciando este discurso de agradecimiento a quienes me están acompañando. Cuando saludo a los graduandos y les doy la mano, siento unas manos de unos jóvenes, callosas. Los jóvenes campesinos tienen callos en las manos de estar labrando la tierra, pero que se han formado como profesionales gracias a que hemos llegado hasta allí, evoco mi pasado, mi juventud, como joven campesino de este departamento. Seguiremos siendo universidad, donde es difícil ser universidad: yo decía esta mañana que es fácil ser universidad en la carrera 7ª o en la calle 26 de Bogotá o en el barrio Campohermoso de Manizales, o en el barrio Palogrande, pero ser universidad en estos sitios que he mencionado, no es tan fácil. El mismo Ministerio de Educación en algunos casos, no ha alcanzado a comprender lo que significa ser universidad en estos territorios. Es decir, estaremos presentes en los lugares excluidos por el sistema educativo, en las comunidades marginadas de las oportunidades de educación, con las personas que han sido excluidas por las pruebas de suficiencia en el tránsito de educación media y superior, desde nuevos campos del conocimiento que requieren esfuerzos científicos y de innovación y con emprendedores e instituciones comprometidas con el desarrollo sostenible. Todo esto en sincronía con los pactos globales por la calidad, la Internacionalización, regionalización y globalización, el aprendizaje, la investigación e Innovación y la responsabilidad social..
Uno de los caminos que hemos identificado para lograrlo es trabajar en la generación de una cultura de la sostenibilidad que tiene varias facetas entre las cuales se incluye lo financiero, debemos como organización ser financieramente viables, también debemos ser social y ambientalmente viables; pero debemos ir mas allá de las corrientes institucionalizadas de la sostenibilidad y apostarle a la sostenibilidad de la cultura, la sostenibilidad política, la sostenibilidad de lo público, lo ético, lo estético, lo eco-sistémico; pero claro, también a lo académico, como uno de los elementos fundamentales de nuestro que hacer cotidiano.
En general debemos avanzar en la formación de un sujeto sostenible, lo que nos llevará a una universidad sostenible y a una sociedad sostenible. Como lo escribimos en el libro Aportes de Desarrollo Social y Humano a la Sostenibilidad con la Profesora Fridzia Izaguirre de la Universidad autónoma de Occidente de México: La sostenibilidad requiere de una ciudadanía educada políticamente, que entienda el sentido de urgencia de transformar las prácticas sociales que hacen parte de su tradición y que están llevando a generar una amenaza a las posibilidades de permanencia de la vida como hoy se conoce; por lo cual, no se trata únicamente de un problema de solidaridad con las futuras generaciones como se plantea desde el discurso institucionalizado dominante; sino también, de un problema de la conservación de la vida de todas las especies que habitan el planeta, incluyendo al propio ser humano. La sostenibilidad “va más allá de la preservación de los recursos naturales y de la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente, implica un equilibrio del ser humano con él mismo, con el planeta y con el universo (…) se refiere al propio sentido de lo que somos, de dónde venimos y para dónde vamos, como seres de sentido y donantes de sentido de todo lo que nos rodea”
De esta manera, pretendemos hacer el tránsito de una Universidad Moderna a una Universidad Sostenible; como Universidad Sostenible, no podríamos ser modernos en un sentido de progreso que denigra y devalúa lo viejo por lo nuevo, porque justamente eso implica que reconocemos los fundamentos de nuestra cultura, donde las tradiciones y la forma de organizarnos socialmente en América Latina, son diferentes y por lo tanto no las podemos volver obsolescentes. Desde la Universidad Sostenible se aboga por la defensa de lo común, no de una libertad humana emancipadora de lo colectivo y de los deberes para con los otros (todos los seres vivos), en la lógica que promueve la modernidad.
La Universidad Sostenible promueve la cultura colectiva y rompe las ligaduras con el racionalismo dialectico de las libertades individuales sin responsabilidades colectivas, para impulsar una época donde el ser humano sea llevado a la condición de sujeto colectivo, desde la lógica de ser y comportarse como humano, y solo entonces deberían intervenir la especialización y la preparación profesional.
Una Universidad Sostenible es consecuente con los pactos globales por la educación y el desarrollo, donde ésta es “la base para garantizar la realización de otros derechos. Es esencial para la paz, la tolerancia, la realización humana (…) es clave para lograr el pleno empleo y la erradicación de la pobreza” (UNESCO, 2015, p.7). Esos retos los asume una institución que reconoce la educación como pilar de la sostenibilidad, una Universidad que atiende el llamado mundial a promover 1) la inclusión y equidad educativa, esto está en nuestros principios fundacionales 2) la igualdad de género, 3) la calidad y mejora de resultados de aprendizaje para promover el desarrollo sostenible y fortalecimiento de la ciudadanía, 4) las oportunidades de aprendizaje de calidad, 5) la garantía de enseñanza en situaciones de emergencia, conflicto, de post-conflicto y de recuperación, 6) desde una agenda y un marco jurídico común, 7) además de una mayor inversión en educación, 8) con estrategias de cooperación de todos las organizaciones sociales, estatales, empresariales y civiles. Asimismo, con propuestas evaluativas que permitan la comparación de resultados y la calidad de dicho proceso. Esto de la cooperación y de la ayuda mutua lo hemos venido plasmando en 48 años de historia y lo hemos vivido apostándole a procesos de integración, que son referentes mundiales como el proyecto SUMA.
Le apostaremos a una cultura del alto desempeño, dónde el rigor y la calidad sean parte de nuestra cotidianidad que nos mueve a obtener los mejores resultados; donde todos y cada uno de los integrantes de la comunidad se esfuercen por mejorar en el día a día para alcanzar niveles de excelencia; la Universidad ha hecho y continuará haciendo importantes inversiones en formación de su gente, invirtiendo en la gente, según lo plantea Schultz; esto debe verse reflejado en el logro de metas superiores, que van más allá de la acreditación de alta calidad tanto institucional como de programas o de las certificaciones bajo las normas ISO que hoy ostentamos; los niveles de excelencia y el alcance de metas superiores deben verse reflejados en el logro de éxitos individuales y colectivos, en la transformación de nuestras prácticas y la forma de relacionarnos con el entorno. De nuestra cultura de alto desempeño debemos derivar una importante contribución a la consolidación de una Universidad con capacidad de enfrentar los retos que las transformaciones del mundo contemporáneo nos imponen cada día; pero también nuestro aporte a la construcción de una sociedad mas equitativa en la cual todos los ciudadanos tengan la posibilidad de una vida decente.
Como un elemento fundamental de la cultura de alto desempeño se puede señalar la necesidad de la innovación entendiendo que uno de sus ejes es el proceso de transformación hacia una cultura innovadora que fortalezca y facilite la innovación incremental y la disruptiva, esperando que soporte el crecimiento futuro de la Universidad y la transformación de la sociedad. En este sentido, nuestras prácticas deben estar orientadas a fomentar la retroalimentación positiva y el reconocimiento; la confrontación asertiva y la conciliación; valoraremos los errores como fuente de aprendizajes y reduciremos la aversión al riesgo, por lo tanto impulsaremos las posibilidades de ensayar y arriesgar, aceptando que hay diferentes formas de hacer las cosas; privilegiaremos el trabajo en equipo y entendemos que los resultados son del equipo no de los individuos; nuestra decisiones deben ser coherentes con los principios y valores que pregonamos.
A la ciudad, la región y el país le ofrecemos una Universidad con altos estándares de calidad; comprometida con un adecuado uso de los recursos a su disposición y dispuesta a contribuir para que el tejido organizacional pueda avanzar también hacia el logro de una cultura del alto desempeño que le permita hacer frente a los retos que le impone una economía altamente competitiva; que pueda insertarse en los mercados globales con bienes y servicios que superen la dependencia de bienes básicos.
Lo que hasta acá hemos expuesto son sólo algunos de los temas centrales a los que dedicaremos los próximos cuatro años, tenemos otros aspectos que iremos perfeccionando con el equipo de trabajo que hemos conformado para avanzar en la construcción de una universidad que todos los días debe esforzarse por mejorar para contribuir a la consolidación de una mejor sociedad. Finalmente, agradecemos a todos los que nos han acompañado el día de hoy, esperamos seguir contando con sus valiosos aportes a la construcción de una mejor sociedad; a mis compañeros de la Universidad de Manizales una invitación a dar lo mejor de sí para avanzar en este proyecto común de construcción de lo público y lo privado.
Duván Emilio Ramírez Ospina
Rector
Manizales, 3 de septiembre de 2020