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Análisis - Teletrabajo: la revolución silenciosa que redefine nuestras organizaciones* - Julio César Valencia

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El teletrabajo ha emergido como una modalidad laboral fundamental en el ámbito global, acelerada por la pandemia de COVID-19. En Colombia, esta tendencia ha ganado particular relevancia, ya que en 2020, aproximadamente cuatro de cada 10 empresas en el país adoptaron alguna forma de trabajo remoto. Este cambio no solo fue una respuesta a la emergencia sanitaria, sino que también reflejó una transformación en las expectativas laborales contemporáneas. La Revista Time describió el teletrabajo durante la pandemia como "el mayor experimento de trabajo desde casa del mundo", subrayando su impacto y la necesidad urgente de estudiarlo.

Por otro lado, la creciente popularidad del teletrabajo, con un aumento del 91% en la última década, sugiere que para 2030 el trabajo flexible podría impulsar significativamente la economía. En Colombia, empresas como Tracker - Detektor han aprovechado esta modalidad para reclutar talento de regiones aisladas, ampliando así su acceso a valiosos recursos humanos. Sin embargo, esta transformación implica cambios profundos en las organizaciones, tanto en su diseño como en su gestión.

Un aspecto central del impacto del teletrabajo es su capacidad para redefinir las estructuras organizacionales. En primer lugar, promueve la descentralización, permitiendo a las organizaciones operar con equipos distribuidos geográficamente. Esto requiere mayor autonomía y responsabilidad en los niveles operativos, desafiando las jerarquías tradicionales y permitiendo decisiones más ágiles y cercanas al punto de acción.

La descentralización también incrementa la complejidad y la interdependencia dentro de las organizaciones. La separación física de los equipos exige una coordinación efectiva, generando nuevas interdependencias. En este contexto, es crucial desarrollar mecanismos de coordinación más sofisticados, apoyados por herramientas digitales avanzadas, para manejar la complejidad emergente.

La cultura organizacional enfrenta nuevos retos en este entorno remoto. Sin la interacción física diaria, las empresas deben esforzarse por mantener una cultura sólida que promueva valores compartidos y guíe el comportamiento. Esto se logra mediante programas de desarrollo de liderazgo y capacitación en habilidades interpersonales, esenciales para fomentar la colaboración y cohesión.

El enfoque en resultados y productividad se vuelve fundamental. En lugar de supervisar el tiempo de trabajo, las organizaciones deben centrarse en la consecución de objetivos, lo que implica rediseñar los sistemas de evaluación del desempeño para valorar la productividad y el impacto real de los empleados.

En este sentido, el diseño organizacional debe adaptarse a las dinámicas del teletrabajo, especialmente en un entorno laboral cada vez más globalizado y digital. Para ello, la arquitectura de colaboración proporciona alternativas interesantes que pueden aplicarse.

En primer lugar, los actores en el contexto del teletrabajo son los empleados que trabajan desde ubicaciones remotas, pero que tienen las habilidades y valores necesarios para colaborar eficientemente. La clave es la autoorganización; los empleados deben estar capacitados y motivados para gestionar su tiempo y tareas de manera efectiva, aprovechando su autonomía para contribuir a los objetivos organizacionales. La cultura organizacional debe fomentar la confianza y el compromiso, requisitos fundamentales para el éxito del teletrabajo.

En un entorno de teletrabajo, los "commons" se refieren a los recursos compartidos, como plataformas de comunicación, bases de datos y herramientas colaborativas. El uso de software como Slack, Microsoft Teams o plataformas de gestión de proyectos como Trello o Asana, permite a los equipos remotos acceder a información, compartir documentos y colaborar en tiempo real. Es esencial que estos recursos sean accesibles y fáciles de usar para todos los actores, facilitando la interacción y el intercambio de ideas.

La implementación de protocolos claros es vital para el teletrabajo. Estos protocolos deben definir cómo se llevan a cabo las interacciones, cómo se manejan las reuniones virtuales y cómo se asignan y monitorean las tareas. Además, las infraestructuras tecnológicas deben ser robustas y seguras, garantizando que los empleados tengan acceso a las herramientas necesarias para realizar su trabajo sin interrupciones. Por ejemplo, se deben establecer normas sobre el uso de videoconferencias, horarios de disponibilidad y métodos de retroalimentación, lo que permite una colaboración fluida a pesar de la distancia física.

El teletrabajo ha llegado para quedarse, transformando profundamente la manera en que operan las organizaciones. En Colombia, este cambio ofrece oportunidades para innovar en estructuras, procesos y cultura organizacional. Las empresas deben ser flexibles y adaptables para satisfacer las demandas del mercado y las expectativas de los empleados. Ante todo este panorama, adoptar un enfoque proactivo en el diseño organizacional es clave.

 

*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional.

 

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