La tasa de desempleo o tasa de desocupación es el principal indicador utilizado por medios de comunicación, partidos políticos, gobiernos y ciudadanía en general, para medir de forma mensual el estado de la dinámica económica del país, siendo un resultado agregado de la subutilización de la fuerza de trabajo como factor de producción disponible para la generación de la riqueza. En la medida en que el desempleo crece, es mayor la tensión social por el impacto en las oportunidades de generación de ingresos de las personas, habitualmente culpando a las administraciones públicas y estas a su vez explicando la coyuntura por factores externos; pero, cuando el desempleo decrece, las mismas administraciones afirman que esos resultados son gracias a su gestión.
Evidentemente, en la tasa de desempleo periódica confluyen una multiplicidad de variables internas y externas, pero independiente de su fluctuación, desde otros puntos de vista de la información existen otras realidades sobre el funcionamiento del mercado de trabajo omitidas en los análisis públicos y privados, que son de igual o mayor importancia para evaluar. Los colombianos descubrieron la semana pasada que la tasa de desempleo en Colombia fue de 9,1% en octubre 2024, hecho optimista frente al mismo mes de 2023 y 2022 donde se tuvieron tasas del 9,2% y 9,7% respectivamente, situación aprovechada por el Gobierno para afirmar sobre su positiva gestión. Sin embargo, esta estadística también revela que sumando esos 9 desocupados de cada 100 personas disponibles en Colombia se alcanza una cifra de 2.351.446 personas en esta condición en el país, de los cuales, aproximadamente el 30% tienen algún nivel de educación superior (TyT, profesional y posgrado).
Por otro lado, hay 23.393.106 personas en ocupación laboral, y los sectores de mayor participación porcentual son: comercio y reparación de vehículos 18,2%, agricultura y ganadería 14,3%, administración pública, educación y atención en salud 11,6% y la industria manufacturera 11,2%, actividades que en la comparación anual se comportan dispar en la creación o destrucción de empleo, pero en términos de estructura histórica reciente, en los últimos años se mantienen sin mayores cambios. Cabe mencionar que el 45,3% del total de ocupados son obreros, empleados particulares, y un 40,4% son trabajadores por cuenta propia, resaltando la preocupante dualidad de la economía nacional.
Esta dualidad se amplifica en la perspectiva territorial. De las 32 ciudades capitales del país, solamente seis tienen una tasa de desempleo inferior al 10% en el periodo interanual noviembre 2023 – octubre 2024, y 14 ciudades registran tasas superiores al 12%, revelando la significativa heterogeneidad regional. La misma lectura se podría tener con los resultados de la proporción de población ocupada informal, en la que solo cinco de las 23 ciudades y áreas metropolitanas tendrían cifras menores al 40% (Tunja, Medellín, Pereira, Bogotá y Manizales), pero en la mayoría, la informalidad es mayor al 50%, llegando a puntos máximos en Santa Marta 60,2%, Valledupar 60,5%, Riohacha 61,4%, Cúcuta 65,1% y Sincelejo 68,7%. Pasa igual con la tasa de desempleo juvenil (15-28 años), en ciudades que experimentan estadísticas por encima del 20% como: Montería, Valledupar, Cartagena, Barranquilla, Sincelejo, Riohacha y Quibdó; y entre 13% y 15%: Manizales, Villavicencio, Armenia, Neiva y Bucaramanga, con menor intensidad del fenómeno.
Cada una de las estadísticas del mercado de trabajo analizadas en profundidad muestran que la lectura exclusiva de la tasa de desempleo no es suficiente. Si bien su desempeño permite extraer unas hipótesis iniciales del estado del ciclo económico, es fundamental observar conjuntamente los cambios coyunturales y estructurales de la fuerza de trabajo, entendiendo las diferencias poblacionales, sectoriales y regionales, y reconociendo la significativa influencia de las fuerzas de oferta y demanda internas en el sistema, en el que la gestión de corto plazo de las administraciones públicas es mayoritariamente insustancial.
Siempre será mejor gobernar con tasas de desempleo bajas, pero eso no significa que la realidad del mercado de trabajo esté en sus óptimos sociales, o que los buenos resultados sean fundamentalmente por una gestión particular, y, mucho menos, creer que se estén presentando cambios estructurales con lecturas estadísticas mensuales.
*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional