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Análisis - Cambios en la cobertura de espacios verdes en Manizales entre 1986 y 2023* - Juan Manuel Aristizábal Tamayo

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En 1986, los espacios verdes en el área urbana de Manizales comprendían un 59,6% de la superficie total, mientras que para 2023 esta cifra disminuyó al 53,7%, lo que indica una pérdida de 5,9 puntos porcentuales de la cobertura vegetal en la capital del departamento de Caldas, según cálculos del índice de vegetación (NDVI) a partir de imágenes satelitales, donde se observan en tonos claros las áreas que han experimentado una reducción y en tonos oscuros aquellas en las que el índice ha aumentado o se mantuvo igual.
Existen diversas causas posibles para la reducción de espacios verdes en la ciudad. La urbanización es uno de los factores principales, ya que el crecimiento de las áreas urbanas y la expansión de infraestructura frecuentemente resultan en la conversión de áreas vegetadas en zonas residenciales, comerciales o industriales. Este proceso de expansión es común en áreas de rápido crecimiento poblacional, en las que la demanda de vivienda y servicios ciudadanos obliga a ocupar terrenos naturales. 
 
Otra causa probable es el cambio de uso de suelo relacionado con actividades agrícolas y ganaderas, que pueden reemplazar áreas vegetadas por monocultivos o pastizales. A medida que aumenta la presión sobre los recursos para satisfacer la demanda alimentaria de una población creciente, es posible que se destinen más áreas verdes a la producción agrícola intensiva, disminuyendo la biodiversidad y la calidad ambiental de la zona.
Además, el cambio climático podría estar exacerbando estos efectos, alterando las condiciones necesarias para la regeneración natural de los ecosistemas locales. Los cambios en el régimen de lluvias, el aumento de temperaturas y la mayor frecuencia de fenómenos extremos, pueden estar afectando la resiliencia de las áreas verdes y dificultando su recuperación frente a perturbaciones.
La pérdida de espacios verdes tiene importantes consecuencias para la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Las áreas vegetadas proporcionan espacios de recreación y esparcimiento que son vitales para el bienestar físico y mental. La reducción de estos espacios puede llevar a una menor disponibilidad de áreas de esparcimiento, afectando especialmente a las comunidades de bajos recursos, que dependen más de estos espacios públicos para sus actividades recreativas. Además, los espacios verdes contribuyen a la cohesión social porque son lugares de encuentro e interacción comunitaria.
 
Figura 1. NDVI de Manizales, 1986

 
 
Figura 2. NDVI de Manizales, 2023
 
Desde una perspectiva económica, la reducción de espacios verdes puede tener impactos negativos a largo plazo. Por un lado, la falta de vegetación aumenta el efecto de isla de calor urbana, incrementando la demanda de energía para refrigeración en los meses cálidos, lo que puede elevar los costos de energía y reducir la eficiencia energética de las áreas urbanas. Además, los espacios verdes suelen contribuir a la valorización de propiedades, por lo que su reducción puede afectar el mercado inmobiliario local. La pérdida de biodiversidad también puede impactar actividades relacionadas, como el turismo ecológico y las prácticas agrícolas sostenibles que dependen de servicios ecosistémicos saludables.
Desde la perspectiva ambiental, los espacios verdes desempeñan un papel fundamental en la regulación al respecto, al contribuir a la captura de carbono, la purificación del aire y la regulación del ciclo hidrológico. La reducción de áreas vegetadas disminuye la capacidad de la región para mitigar los efectos del cambio climático, al reducir la cantidad de carbono capturado. Además, la pérdida de vegetación puede llevar a un incremento en la erosión del suelo y en la escorrentía superficial, aumentando el riesgo de inundaciones y degradación de la calidad del agua. En este sentido, la biodiversidad también se ve afectada, debido a que muchas especies dependen de estos ecosistemas para su supervivencia y su desaparición puede provocar desequilibrios ecológicos.
Figura 3. Cambios temporales NDVI de Manizales, 1986-2023
 
Si esta tendencia de reducción de espacios verdes continúa, es probable que las consecuencias negativas mencionadas se intensifiquen. Un escenario pesimista implicaría una pérdida continua de dicha cobertura vegetal, incrementando la vulnerabilidad del territorio frente a fenómenos climáticos extremos y reduciendo los servicios ecosistémicos disponibles. La expansión urbana descontrolada y la intensificación agrícola podrían dejar menos del 50% de la superficie cubierta de vegetación en las próximas décadas, lo que agravaría los problemas de calor urbano, calidad del aire y disponibilidad de agua limpia.
En un escenario optimista, la implementación de políticas de conservación y restauración de ecosistemas podría revertir parcialmente esta tendencia. Medidas como la creación de parques urbanos, la restauración de áreas degradadas y la implementación de prácticas agrícolas sostenibles pueden ayudar a mantener e incluso incrementar la cobertura vegetal. 
 
El fomento de prácticas de urbanización verde, que incorporen la vegetación en el diseño urbano, también es una estrategia que podría mitigar los efectos del crecimiento y la intensificación del asentamiento poblacional en los espacios verdes.
*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional.
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