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Análisis - Sobre miedos, fiebres y mosquitos – A propósito del caso de fiebre amarilla reportado en Neira* - Sebastián Hernández

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En el imaginario de nuestra gente está la idea de que las infecciones transmitidas por mosquitos son problemas de tierra caliente, y que las zonas donde han ocurrido casos de dengue, fiebre amarilla o malaria están establecidas. Así les tocó a nuestros abuelos, así nos enseñaron nuestros padres y, seguramente, así será el mundo que heredaremos a nuestros hijos. Sin embargo, si algo nos han enseñado estas enfermedades es que las barreras naturales que mantenían circunscritos estos males han ido cediendo a los cambios ambientales y sociales típicos de esta época.
A mediados de la década pasada, Caldas presentó el primer foco con transmisión local de malaria en su historia reciente. El evento se presentó en la invasión El Potrerillo, cerca del Río Cauca, en el KM-41 (Manizales), por la llegada de mineros ilegales provenientes de Antioquia, algunos enfermos de malaria, que se establecieron en esta zona, donde ha habido presencia del mosquito vector (Anopheles). Los enfermos recién llegados transmitieron la malaria a los mosquitos locales, y estos comenzaron a transmitir el parásito a los habitantes del caserío. El brote se controló gracias a la acción de las autoridades, pero la presencia del vector en dicha zona es una amenaza constante que permitirá el desarrollo de nuevos brotes de malaria cuando las condiciones se cumplan nuevamente. Prueba de ello fue el reporte de tres nuevos casos en la misma zona en agosto del año pasado.
El segundo evento que vale la pena señalar fue la grave epidemia de dengue que sufrió el municipio de Salamina el año pasado. Este municipio, a 1.882 msnm y con un clima similar al de Manizales, ha reportado tradicionalmente un puñado de casos de dengue por año durante este siglo, la vasta mayoría considerados importados. Todo cambió en 2024, cuando la enfermedad dejó de ser una incomodidad traída por visitantes y turistas para convertirse en una realidad que invadió hogares, veredas y caseríos, afectando a todos los sectores de la población. Gracias a la transmisión local por la presencia del vector (el mosquito Aedes), el municipio, que históricamente se consideraba protegido por su altura y su clima, se vio enfrentado por primera vez a una epidemia de dengue. Así, para octubre de 2024, ya se habían reportado en Salamina más de 500 casos, lo cual seguramente representa un subregistro, debido a que muchos enfermos leves quizá no consultaron y no pudieron ser detectados por las autoridades sanitarias. La magnitud de la epidemia resuena en las anécdotas de nuestros médicos rurales, que tuvieron que afrontar los retos logísticos y humanos típicos de una epidemia, una situación que recordó lo vivido en 2020 y 2021 con la pandemia del COVID-19.
Las causas de este evento no han sido estudiadas formalmente, pero se puede apuntar a la conjunción de factores como el incremento del turismo en el municipio, que permitió la llegada de personas infectadas con dengue de otras regiones, sumada a uno de los peores fenómenos de El Niño de la historia, que permitió la expansión de la enfermedad por todo el territorio nacional y significó la peor epidemia de dengue en la historia del país. Lo vivido en 2024, con más movilidad de personas entre regiones y municipios, sumado a un aumento inusual de la temperatura que hace más probable que el mosquito transmisor del dengue pueda infectar en zonas cada vez más altas, no es otra cosa que el prólogo de las epidemias que tendremos en Caldas este siglo, por cuenta del cambio climático.
Estos dos ejemplos —malaria en Manizales y dengue en Salamina— nos demuestran que las enfermedades infecciosas son contextuales y que pueden emerger en sitios donde antes era impensable, empujadas por los cambios sociales y climáticos inevitables de este siglo.
El sábado 29 de marzo de 2025, nuestro departamento se enfrentó a la noticia del primer caso de mortalidad por fiebre amarilla en Caldas, específicamente en el municipio de Neira. La noticia ha causado revuelo y miedo en diversos sectores de la población. Este temor es esperable, dado que es la enfermedad tropical más letal que circula actualmente en las Américas. Esta enfermedad es causada por un virus cercano a los agentes que causan el dengue, y, al igual que este, es transmitido por mosquitos y produce un síndrome febril acompañado de otros síntomas variados. Pero hasta ahí llegan las similitudes. La fiebre amarilla aparece entre tres y seis días tras la picadura del mosquito vector. Los síntomas iniciales inespecíficos (fiebre, malestar general, dolor en el cuerpo), progresan a una fase más peligrosa donde los pacientes exhiben la coloración amarilla clásica en la piel (ictericia), acompañada de afectación de múltiples órganos y sistemas, siendo el hígado, la coagulación y el riñón, los más comprometidos. Finalmente, la enfermedad puede matar entre el 30% y el 70% de las personas que infecta. Para entender esto en perspectiva: la letalidad del dengue en condiciones usuales está por debajo del 0,05%.
La fiebre amarilla ha estado presente en Colombia durante este siglo, circunscrita a zonas boscosas y alejadas de las grandes ciudades, por lo que es considerada una enfermedad de las zonas rurales dispersas de la Colombia profunda. Esto se debe a que la enfermedad presenta dos ciclos de transmisión distintos: el tradicional selvático —que explica los casos reportados año a año— donde el virus es transmitido por mosquitos selváticos (Sabethes y Haemagogus) a partir de primates que funcionan como reservorios naturales. Así, de estos reservorios, los mosquitos pueden picar a las personas que habitan, trabajan o transitan por dichas zonas. Por esta misma razón, las entidades encargadas de la vigilancia de la fauna silvestre deben estar pendientes a reportes de monos muertos, puesto que muchas veces los brotes epizoóticos en primates anteceden la aparición de casos en humanos. El segundo ciclo nunca se ha establecido en Colombia y es el que ocurre cuando una persona infectada con fiebre amarilla llega a una zona urbana donde hay mosquitos transmisores del dengue (Aedes) y personas no vacunadas contra la fiebre amarilla. Este último escenario es la peor pesadilla imaginable en salud pública, debido a que la enfermedad ya no estaría circunscrita a casos esporádicos en personas expuestas en la selva, sino que circularía activamente en las zonas urbanas, produciendo epidemias de la magnitud del dengue, pero con una altísima letalidad.
Como en los dos casos expuestos al inicio respecto al dengue y la malaria, la fiebre amarilla también ha sufrido cambios importantes en su distribución geográfica en los últimos años. Tradicionalmente, se consideraba que esta enfermedad estaba relegada a departamentos con reportes esporádicos por transmisión selvática, como Amazonas, Arauca, Caquetá, Casanare, Cesar, Guajira, Guaviare, Meta, Putumayo, Vaupés y Vichada. Los reportes más cercanos a Caldas provenían de Huila y zonas remotas de Antioquia.
Sin embargo, al igual que con el dengue, todo cambió en 2024 con el establecimiento del primer foco selvático de fiebre amarilla en el departamento del Tolima. Hacia mediados del año pasado, médicos rurales de la zona notaron casos “parecidos al dengue”, con fiebre, ictericia temprana, falla de múltiples órganos y mortalidad. Ante la negatividad de las pruebas de laboratorio para dengue, se realizó la investigación respectiva y el Instituto Nacional de Salud encontró que la causa de dichas fiebres letales no era otra que la temible fiebre amarilla.
Los casos se distribuyeron entre los municipios de Villarrica, Cunday, Prado y Purificación, cercanos al Bosque de Galilea, un exuberante parque natural con gran cantidad de fauna, incluidos algunos monos con potencial de ser reservorios, como los monos charucos. En solo dos meses y medio, la enfermedad afectó a ocho personas, con una letalidad del 50%. Cabe resaltar que, de los ocho casos reportados inicialmente, siete no estaban vacunados, y todos los fallecidos correspondieron a pacientes no inmunizados. Así, para inicios de 2025 (febrero), ya sumaban 29 los casos reportados entre los municipios afectados, y se conocieron historias dramáticas, como la de una familia en la que el padre fue afectado al inicio del evento y falleció, y luego la madre, en la segunda aparición de casos, sufrió el mismo destino.
La respuesta de las autoridades no se hizo esperar: se desplegaron equipos de vigilancia y vacunación en las zonas afectadas, aplicando entre 1.000 y 3.000 dosis de la vacuna al día, y realizando búsqueda activa de casos, caserío por caserío, a pesar de las dificultades de acceso a la zona. Debido al comportamiento de la enfermedad en Tolima, se puede concluir que el foco selvático ya está establecido y que se debe vacunar a toda la población elegible aledaña para evitar más pérdidas de vidas. Por otra parte, las autoridades deberán continuar con la vigilancia de brotes epizoóticos en monos en las zonas aledañas al parque, junto con otras actividades de vigilancia activa, tanto en personas como en fauna silvestre.
El reporte del primer caso en Neira y su estudio de campo arrojarán luces sobre las posibles causas del evento y los riesgos para la población. Estos estudios, rastreos y análisis toman tiempo, y es necesario darles margen a las autoridades para hacer un reporte juicioso de este evento histórico. Al momento de escribir esta columna, se está estudiando la situación epidemiológica del caso y no hay reportes oficiales de si el paciente había viajado o no a alguna zona de transmisión o había estado expuesto a algún enfermo.
 
¿Qué debemos hacer entonces como ciudadanos ante la llegada de una nueva enfermedad emergente como la fiebre amarilla?
La primera acción importante es no ceder al miedo ni a la desinformación. Es clave estar atentos a los canales oficiales y a los reportes de las autoridades competentes para no hacer eco de noticias falsas ni seguir recomendaciones perjudiciales.
Lo segundo importante a saber es que, a pesar de su letalidad, la fiebre amarilla es la infección tropical más fácil de prevenir. Por eso, el posible origen del caso de Neira es irrelevante para nuestra protección individual. Hasta la fecha, en Caldas no se ha detectado un posible reservorio de la enfermedad como en Tolima, ni se han reportado otros casos sospechosos relacionados que hagan pensar en una situación similar.
A diferencia de otras infecciones tropicales, cuyo control requiere campañas complejas de eliminación de vectores, fumigación, uso de mosquiteros impregnados de insecticidas, y profilaxis antimicrobiana, la fiebre amarilla se previene con una de las vacunas más seguras y efectivas de la historia.
Ante la inquietud por este reporte de fiebre amarilla, la prevención está completamente en sus manos:
  1. Si ya se vacunó alguna vez contra la fiebre amarilla, buenas noticias: la protección de la vacuna es de por vida.

  2. Si tiene dudas sobre si se la aplicaron o no, acuda al puesto de vacunación más cercano y averigüe si es elegible para su aplicación.

  3. Actualmente hay cuatro centros disponibles de vacunación en Neira aplicando dosis, y Assbasalud ha trasladado sus equipos de vacunación al KM-41. Consulte con su EPS donde puede acceder a la vacuna, está disponible.

  4. Todos los colombianos y migrantes tienen derecho a la vacuna contra la fiebre amarilla luego de cumplido el primer año de vida. No retrase la vacunación de sus hijos.

  5. Algunas personas no pueden aplicarse la vacuna (menores de 1 año, mayores de 60 años, o personas con inmunosupresión). Si tiene dudas, consulte con su EPS o el centro de salud más cercano. Recuerde: si se vacuna reduce el riesgo de una epidemia que afectaría a aquellos que no se pueden vacunar y serían los más vulnerables.
  6. Si no se puede vacunar por alguna contraindicación específica, puede consultar los mapas de riesgo de MinSalud para saber si la zona que va a visitar ha presentado casos.

  7. Si viajó recientemente a una zona de riesgo y presenta un cuadro de fiebre y malestar general que progresa a ictericia debe consultar de inmediato, si bien la fiebre amarilla es una posibilidad remota que debe ser descartada, es importante evaluar otras patologías tropicales más frecuentes como leptospirosis, malaria, hepatitis virales (A, B, C), entre otras, que requieren manejos específicos y pueden ser letales.

  8. Por último, pero no menos importante: ¡Ya tenemos en Manizales la vacuna contra el dengue! Puede averiguar por su precio y aplicación en los centros de vacunación de Confa.

En nuestras manos está combatir la desinformación y proteger a nuestros amigos y familiares. La fiebre amarilla, aunque una gran amenaza, palidece frente a las sencillas acciones que, en comunidad, podemos hacer para protegernos. Solo es cuestión de poner el brazo.
Para cerrar, parafraseando lo que decía Bob Dylan en su canción “The Times They Are A-Changin” (1964):
Como el presente ahora
(As the present now)
Más tarde será pasado
(Will later be past)
El orden se está desvaneciendo rápidamente
(The order is rapidly fadin')
Por los tiempos que están cambiando
(For the times they are a-changin')
Bibliografía
  • Lineamiento para la atención clínica integral de la fiebre amarilla en Colombia (2024). Versión 1, Subdirección de Enfermedades Transmisibles, Grupo de Gestión Integrada de Enfermedades Endemo-Epidémicas, Ministerio de Salud.
  • La Patria. Se dispara la malaria en Manizales (Manizales, junio 2, 2017).
  • La Patria. Malaria en Manizales: reportan tres casos cerca del Kilómetro 41, conozca recomendaciones (Manizales, agosto 22, 2024).
  • DTSC. La DTSC refuerza su estrategia de vacunación contra la fiebre amarilla con el apoyo de Assbasalud. (Manizales, 31 de marzo de 2025).
  • Gobernación de Caldas. Neira se movilizó por la salud: 2 mil dosis de vacunas contra la fiebre amarilla fueron entregadas por el Gobierno de Caldas a través de la DTSC. (Manizales, 31 de marzo de 2025).
  • Consultor Salud. Siguen en aumento los casos de fiebre amarilla en Tolima, ya van más de 10 muertes. (13 de febrero de 2025).
  • Morbilidad por Dengue en Caldas (2010-2024).
 
*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional. 
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