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Análisis - Pobreza, planeación y desarrollo* - Alejandro Barrera

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En medio de la polarización política de Colombia en los últimos años (¿los últimos 200 años?) se olvidan fácilmente temas estructurales de nuestro bienestar social que son el resultado de procesos de planeación, donde la representación política y militante de los gobiernos temporales pasa a un segundo plano. En este sentido, un tema de enorme relevancia es la superación de los niveles de pobreza en la población.

Los resultados recientes publicados por el DANE sobre pobreza multidimensional deberían ser conversados más ampliamente porque su magnitud lo merece. En el 2010, en el país el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional fue 29,7%, 22,9% en las cabeceras municipales y 50,8% en los centros poblados y rural disperso; estas cifras descienden a 19,9% nacional, 13,9% urbano y 36,8% rural para el 2015; 17,5% nacional, 12,5% urbano y 34,5% rural en 2019; 12,9% nacional, 8,7% urbano y 27,3% rural en 2022; y a 11,5% nacional, 7,8% urbano y 24,3% rural en 2024.

En 14 años, Colombia ha reducido en 18,2 puntos porcentuales (pp) la pobreza multidimensional, en 15,1 pp en las cabeceras municipales y en 26,5 pp en los centros poblados y rural disperso, cifras que permiten afirmar que el país viene cumpliendo su labor de mejorar el bienestar de las personas. En términos absolutos, pasamos de cerca de 13 millones de personas en situación de pobreza multidimensional en 2010 a 6 millones en 2024. Posiblemente la velocidad de esta reducción pudiera ser mayor, y es cierto que la pendiente de la misma cambió recientemente, y en algunos dominios y años la cifra aumentó marginalmente, pero en la lectura completa del indicador es innegable el progreso.

Por supuesto que la mirada no puede ser solo hacia atrás, también debemos mirar hacia adelante a las próximas décadas, donde el reto será continuar reduciendo la pobreza a una mayor velocidad y haciendo puntos de inflexión más profundos. Y, aún hay realidades que deben preocuparnos, por ejemplo, que la pobreza en la ruralidad sea tres veces mayor que en las cabeceras urbanas; las regiones Caribe, Amazonía y Orinoquía presentan incidencias de pobreza multidimensional superior al 20%, con más del 40% de indicadores privados en las personas pobres; existen departamentos con niveles de pobreza por encima del 30% como Chocó, La Guajira, Guainía, Vaupés y Vichada, y otros por debajo de 10% como Atlántico, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Quindío, Risaralda, Santander y Valle del Cauca; los indicadores con mayor porcentaje de hogares privados en el total nacional son: trabajo informal, bajo logro educativo, rezago escolar y desempleo de larga duración, y en la ruralidad se sumarían otros como: inadecuada eliminación de excretas, material inadecuado de pisos y sin acceso a fuente de agua mejorada.

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Ilustración 1. Incidencia de pobreza multidimensional en Colombia 2010-2024.
Fuente: elaboración propia base DANE.

Los resultados de pobreza multidimensional nos recuerdan la discusión histórica en la ciencia económica entre el crecimiento y el desarrollo, donde generalmente se nos acusa a los economistas de enfocarnos exclusivamente en el objetivo de la generación de riqueza (crecimiento), visión limitada y utilitarista de nuestra formación. Realmente los economistas entendemos y defendemos el papel protagónico del crecimiento en el sistema económico y social, pero también aprendemos y enseñamos que el desarrollo no es sinónimo de crecimiento, y que es un proceso que involucra la planeación y busca la expansión de las libertades individuales de las personas, en las que los activos sociales y el enfoque de capacidades son esenciales para romper privaciones y vulnerabilidades individuales y colectivas de mediano y largo plazo, un concepto integral del bienestar económico y social que cada vez que se omite más en el debate, por lo que la invitación es a leer una y otra vez al Premio Nobel de Economía Amartya Sen.

Entre los sentimientos tristes que dominan nuestro día a día de nación, nos cuesta reconocer que hemos avanzado socialmente y en muchas ocasiones entramos en estados de negación que tienen más interpretación política que económica. La mejor herramienta siempre será los indicadores económicos con perspectiva histórica, porque son estos los que dan sustento técnico y objetivo a nuestras narrativas en comunidad. La revisión de los indicadores es lo que nos permite validar si efectivamente estamos logrando lo que proyectamos desde la planeación para el desarrollo.

 

*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional. 
 

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