El pasado miércoles 17 de septiembre, alrededor de las 9:00 p. m., en un establecimiento comercial ubicado en el centro de Palmira (Valle), un sicario acabó con la vida del famoso prestamista “don Elkin”. Años atrás “don Elkin” había creado la empresa Crecimiento y Desarrollo Palmira S.A.S. la cual tenía como actividad principal ante la Cámara de Comercio de Palmira: “otras actividades de servicio financiero excepto las de seguros y pensiones”. Bajo esta razón social “don Elkin” fungía como prestamista gota a gota, un sistema que ha proliferado en Palmira como respuesta a los apremios de dinero de las comunidades precarizadas, debido a la rigidez y la escasez de alternativas de financiamiento. La empresa de préstamos de “don Elkin” funcionó hasta el año 2018, cuando las autoridades le incautaron armas y dinero en el domicilio organizacional. Con la reciente muerte de “don Elkin”, muchos palmiranos se han pronunciado en redes sociales con juicios como: “Bien muerto es ésta basura” y “Pura gente mala paga aquí opinando, les da rabia que les cobren. Si no tienen para pagar no pidan prestado”.
Hechos como estos, hacen que la sola mención de los prestamistas gota a gota despierte polémicas. Estos prestamistas pueden ser vecinos o recomendados por alguien de confianza y lo que se considera un mercado crediticio clandestino, se incrusta en dominios sociales en los que las transacciones adquieren significados más allá de lo económico. El acreedor informal es visto como alguien con quien se pueden establecer espacios de comunicación que suponen privacidad para el deudor. De hecho, el comportamiento abusivo de quienes llevan a cabo esta actividad debe ser mesurado (en el cobro de los intereses o en el uso de la violencia), ya que de no hacerlo así pueden ser marcados como explotadores o generar el repudio en las comunidades en las que trabajan.
Es de aclarar que algunos prestamistas buscan distinguirse de los demás cobrando pacíficamente, aunque su ascenso socioeconómico acarrea un descenso moral, porque de todas maneras deben usar métodos vergonzosos cuando los deudores no quieren pagar, por ejemplo, las visitas constantes en el lugar de trabajo o los escándalos frente a compañeros de trabajo o amigos. Así, las relaciones entre deudores y acreedores están marcadas por una dinámica de poder y explotación, debido a que, generalmente, aquellos endeudados se someten a las condiciones que establece el prestamista.
Las prácticas de los agiotistas están enmarcadas en el afán individual de lucro, que admite que actúen en función de acumular riqueza como un patrón aceptado en la comunidad donde desarrollan su actividad. Por su parte, el compromiso y la lealtad de sus deudores se pueden lograr, en gran medida, a través de la confianza, que a su vez depende de ser reconocidos por la ayuda que ofrecen a su comunidad al remediar la necesidad de dinero.
Como corolario se puede decir que, el debate sobre la (i)legalidad o (des)aprobación de los prestamistas informales guarda relación con las costumbres colectivas y el discurso crítico que moraliza sobre las actividades mercantiles. Particularmente, en las interacciones del endeudamiento se consiente una mezcla de lazos que forma parte esencial de los individuos y de los grupos, en medio de la cual se cumplen una serie de derechos y deberes simétricos. Los costosos intereses que cobran los agiotistas por los dineros prestados son aceptados por los solicitantes, o porque la mayoría no tiene a quien acudir en sus redes cercanas, o por la inmediatez con la que ellos responden, comparada con la lentitud del sector bancario tradicional, o porque los deudores no tienen otra alternativa ante la imposibilidad de acceder a empréstitos formales debido a una calificación crediticia negativa. Cabe señalar que los prestatarios entienden que facilitarles dinero sin garantía alguna acarrea riesgos que hay que compensar al dueño del capital.
Para mayor información sobre el tema, les invito a leer mi reciente artículo publicado en la Revista Colombiana de Antropología: https://revistas.icanh.gov.co/index.php/rca/article/view/2928/2405 .
*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional.