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Análisis - Desarrollo sostenible: retos de comprensión, interpretación y aplicación* - Alejandro Barrera

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El concepto de desarrollo sostenible tiene décadas, mientras que el cambio climático tiene siglos.  

Si bien las preocupaciones científicas sobre el impacto de las actividades económicas y humanas en el ambiente tienen antecedentes desde el Siglo XIX, las reflexiones sobre el concepto de desarrollo sostenible se encuentran en publicaciones desde la segunda mitad del Siglo XX, principalmente en:

The Population Bomb de Paul Ralph Ehrlich  

The Limits to Growth de Denis Meadows y Donella Meadows

Our Common Future de Gro Harlem Brundtland

Este último, el Informe Brundtland, insiste en la protección ambiental como una tarea mundial desde las políticas estatales, contrastando los impactos naturales del modelo económico de crecimiento y desarrollo, que efectivamente ha logrado avances en progreso social, pero sin tener en cuenta los costos sobre los entornos ambientales y naturales del ecosistema.

A partir del Informe Brundtland, la Conferencia de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la Convención de Cambio Climático, el establecimiento de agendas sociales y ambientales mundiales y el Acuerdo de París, el desarrollo sostenible nos hace conscientes de los límites ecológicos del planeta, donde el objetivo común es continuar generando oportunidades de bienestar económico y social a la población, asegurando un modelo productivo de desarrollo ambientalmente sostenible.

Como el desarrollo sostenible se concibe desde un rol intervencionista en el sistema con necesidad de cooperación global, la Organización de las Naciones Unidas estableció la Agenda 2030 en el marco de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde confluyen las visiones conjuntas del crecimiento y desarrollo económico, el progreso social, el cuidado ambiental y la articulación común entre agentes públicos, privados e institucionales. Los ODS fueron el reemplazo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que tuvieron un enfoque más social y hacia los países menos desarrollados.

El Índice ODS 2022 para América Latina y El Caribe muestra un limitado cumplimiento de la Agenda 2030 en la región, donde los países más destacados son Brasil, Uruguay y Costa Rica. Los resultados del Índice ODS registran los más bajos puntajes para los ODS 14 (vida submarina), 17 (alianzas), 8 (trabajo decente y crecimiento), 9 (industria, innovación e infraestructura) y 15 (ecosistemas terrestres); entre 18 países medidos, Colombia ocupa el puesto 9, con una gran mayoría en nivel de avance de rezago moderado, los ODS 8 (trabajo decente y crecimiento), 14 (vida submarina), 15 (ecosistemas terrestres) y 16 (paz, justicia e instituciones) en rezago significativo y el ODS 10 (desigualdades) en rezago crítico. En el ODS 13 (acción por el clima), la región presenta buenos resultados en términos de uso de energías renovables y emisiones, pero hay una insuficiente preservación de áreas naturales esenciales para la biodiversidad.

El desarrollo sostenible exige la mirada amplia de diversas ciencias y disciplinas para la búsqueda continua de un mejoramiento en la calidad de vida de las personas, coherente con los límites del planeta y la sostenibilidad ambiental.  

La búsqueda de un desarrollo sostenible precisa una nueva orientación en las relaciones disciplinarias, y por su carácter multifacético implica componentes que atraviesan varias disciplinas. Así, evoluciona hacia un concepto amplio de sostenibilidad económica, social, ambiental y de gobernanza territorial, reconociendo los diferentes niveles de crecimiento, desarrollo económico y progreso social de los países y regiones, en concordancia con sus prioridades asociadas a los desafíos de coherencia en existencia de modelos productivos y organización social como subsistemas del funcionamiento de un sistema natural. Lo anterior implica que el análisis e implementación del desarrollo sostenible requiere del tejido de varias disciplinas, permitiendo una mayor integración dentro de las mismas.

En la discusión académica se hace referencia a la diferencia entre sostenibilidad y sustentabilidad. El primer término implica la gestión responsable y racional de los recursos, y el segundo un cambio integral en el sistema para preservar, proteger y conservar.

Existe un llamado urgente a abordar este problema complejo desde la transdisciplinariedad, ya que los enfoques unidisciplinares o monodisciplinares han mostrado su insuficiencia porque sólo abordan una mirada unívoca y reductiva de las realidades, y la transdisciplina desborda, va más allá de las disciplinas, invitando a un movimiento de apertura, ruptura y quiebre disciplinar, en el que se parte de que las disciplinas no son dueñas absolutas de sus objetos de conocimiento.

Esto supone un punto de inflexión en el discurso ambiental, al asociar el crecimiento y desarrollo económico y la cohesión social con la protección de los recursos y del entorno, desde conversaciones de gobernanza ecológica en los territorios. El desarrollo sostenible requiere una concepción que reúna los diferentes elementos de la realidad, en una convocatoria abierta a las diferentes dimensiones del territorio, con abordajes integrales y completos que visualicen las interacciones de los sistemas abióticos, bióticos y culturales, en convergencia con lo social, político, económico y ambiental.

 

*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional.  

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