La historia de Johan Sebastian Quintero Bermúdez es un ejemplo inspirador de perseverancia y sacrificio. Desde pequeño, Johan mostró una pasión por el deporte, especialmente por la lucha olímpica, disciplina que lo cautivó por ser un desafío constante y retar su capacidad de superación. Sin embargo, el camino no fue fácil. La realidad económica de su familia siempre representó un obstáculo para poder dedicarse plenamente a este sueño. Sus padres, aunque amorosos y solidarios, no podían costear los gastos que implicaba formarse en este deporte o en la educación superior. A pesar de ello, Johan no se dejó vencer, y, con esfuerzo y determinación, logró abrirse paso.
A los 17 años, Johan ya había demostrado su talento en competencias nacionales e internacionales, siendo subcampeón nacional en dos ocasiones y campeón en los intercolegiados nacionales. Gracias a su esfuerzo, obtuvo un crédito condonable de 40 millones de pesos con el Icetex, que le permitió estudiar Administración de Empresas en la Universidad de Manizales. Mientras cursaba estos estudios, Johan continuó entrenando y ayudando a su papá en el taller de bicicletas, donde aprendió valores como la disciplina, el trabajo duro y la humildad. Su dedicación le valió también una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos en la categoría Cadetes y participar en los Juegos Deportivos Nacionales con la Selección Caldas.
Lo que hace aún más admirable esta historia es cómo logró equilibrar los estudios con la pasión deportiva y el trabajo en el taller. Johan es un ejemplo de que, con sacrificio y perseverancia, los sueños pueden hacerse realidad, incluso en circunstancias adversas. Hoy, como graduado en administración de empresas, no solo es un orgullo para su familia, sino también un referente para su comunidad. Su historia nos recuerda que los obstáculos solo son oportunidades disfrazadas, y que con determinación, todo es posible.
