La Universidad de Manizales tiene la impronta de Hugo Salazar García. Más allá de ser uno de los fundadores de la institución, y su rector por varios periodos, fue un ser humano que dejó huella en sus colaboradores y en los estudiantes de la época.
“Fue un esposo, padre, abuelo, amigo leal, amante de la música y eterno soñador, un hombre que supo combinar la firmeza de sus convicciones con una profunda sensibilidad humana. Quienes lo conocimos no solo recordamos al rector, al fundador, sino al ser humano cálido, generoso, y comprometido con la dignidad de las personas. Su legado está en los muros de la UManizales, sí, pero también en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de caminar a su lado”, señala María Fátima Villa Piedrahita, administrativa de la institución, quien fue asistente de Salazar García durante más de una década.
Sus allegados lo describen como un visionario incansable, y un eterno convencido de que la educación puede transformar el mundo. “Lo conocí como una persona obstinada, lo que quería lograr lo trabajaba hasta alcanzarlo; siempre firme en sus ideales, incluso cuando el camino parecía incierto. El amor por la vida lo expresaba en los detalles: en una conversación profunda, en una melodía compartida, en el entusiasmo con el que acompañaba a quienes creían en un proyecto colectivo”, agrega Villa Piedrahita.
“Hoy y siempre lo recuerdo con respeto, admiración y afecto, porque su historia no terminó con su partida: sigue viva en cada idea, en cada estudiante, en cada paso hacia un mundo más justo que él nos inspiró a construir. Más que ser el fundador de la universidad, fue un ser humano que inspiró vidas”, puntualiza la administrativa.