El turismo en Colombia ha experimentado una notable transformación en las últimas décadas. De ser considerado un país afectado por la inseguridad, Colombia ha conseguido posicionarse como un destino atractivo en América Latina, gracias a la mejora de las condiciones internas y a la promoción internacional. No obstante, a pesar de estos avances, el futuro del turismo nacional enfrenta una serie de desafíos que, si no se abordan de manera estratégica, podrían comprometer su desarrollo, sostenibilidad y propósito.
Uno de los factores claves en el crecimiento del turismo colombiano fue la firma del Acuerdo de Paz en 2016, que permitió una mayor estabilidad en el país y una percepción internacional más favorable. En 2019, Colombia recibió más de 4.5 millones de turistas internacionales, lo que representa un aumento significativo respecto a años anteriores. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 interrumpió esta tendencia, con una caída del 73% en las llegadas internacionales en 2020. A pesar de este revés, el país ha mostrado signos de recuperación en los últimos años, con un crecimiento sostenido en el segundo semestre de 2024. Este repunte evidencia el potencial del sector y subraya la necesidad de adaptarse a las nuevas tendencias del turismo global.
El turismo de naturaleza en Colombia tiene un enorme potencial, especialmente en actividades como el avistamiento de aves, senderismo, buceo y montañismo. Sin embargo, el país enfrenta desafíos similares a los que han surgido en otros destinos turísticos de naturaleza, como la sobrecarga en el Parque Nacional Tayrona, donde el flujo excesivo de turistas ha generado problemas de deterioro ambiental. En comparación, Costa Rica, líder en ecoturismo, ha podido gestionar mejor sus áreas protegidas, gracias a políticas robustas de conservación. Para que Colombia alcance ese nivel de éxito, será necesario invertir en infraestructura adecuada y adoptar medidas sostenibles que prevengan la degradación de sus ecosistemas.
Además, el turismo comunitario se presenta como una opción prometedora para asegurar que las comunidades locales obtengan beneficios de la actividad turística. En regiones como la Amazonía, el Chocó o la Sierra Nevada de Santa Marta, se han implementado iniciativas que involucran a las poblaciones locales en la gestión de los recursos turísticos, contribuyendo a la preservación de sus culturas y tradiciones. Estas experiencias han demostrado ser valiosas; sin embargo, para que puedan replicarse de manera más amplia, es necesario establecer una planificación efectiva y un marco regulador que garantice un crecimiento equilibrado.
El turismo de bienestar también está experimentando un crecimiento significativo, impulsado por una demanda creciente de experiencias centradas en la salud mental y el bienestar físico. Para que Colombia pueda capitalizar este segmento, es fundamental mejorar la oferta de servicios orientados a este tipo de turismo. Además, el país ha observado un incremento en el número de nómadas digitales, atraídos por ciudades como Medellín, que han logrado optimizar su infraestructura tecnológica. Sin embargo, este crecimiento ha venido acompañado de procesos de gentrificación que han desplazado a las comunidades locales. El caso de Getsemaní, en Cartagena, ilustra cómo la expansión del turismo puede transformar el tejido social y cultural de los barrios tradicionales.
Uno de los principales desafíos estructurales del turismo en Colombia continúa siendo la infraestructura vial y aeroportuaria. Muchas zonas rurales con alto potencial turístico carecen de vías de acceso adecuadas, lo que limita el número de visitantes que pueden recibir. La construcción de nuevas infraestructuras, como la vía a Murillo en Tolima, ha mejorado el acceso a destinos naturales; sin embargo, también ha generado problemas de congestión y contaminación, lo que evidencia que el simple acceso no es suficiente si los destinos no están preparados para gestionar grandes flujos de turistas, como se evidencia con las nuevas y necesarias restricciones de movilidad hacia este municipio.
Sin una planificación adecuada que incluya límites de capacidad y estrategias de sostenibilidad, el desarrollo de infraestructuras puede tener repercusiones negativas para el entorno y las comunidades.
Otro desafío crítico es la capacitación. A medida que el turismo crece, la demanda de profesionales capacitados en atención al cliente, gestión de destinos y sostenibilidad aumenta; sin embargo, actualmente existe una brecha significativa entre la oferta de formación y las necesidades del sector. Para consolidar a Colombia como un destino turístico competitivo, será esencial invertir en la formación continua y en la certificación de competencias específicas.
El Plan Sectorial de Turismo 2022-2026 establece metas ambiciosas para enfrentar los desafíos del sector, enfocándose en la descentralización, la digitalización y la promoción del turismo rural. En este contexto, la gobernanza desempeña un papel fundamental para garantizar la sostenibilidad de los destinos turísticos. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y las comunidades locales resulta esencial para asegurar una gestión eficiente de los recursos y una distribución equitativa de los beneficios derivados del turismo.
Por todo esto, el futuro del turismo en Colombia estará condicionado por su capacidad para abordar los retos estructurales y gestionar de manera sostenible sus destinos.
La inversión en infraestructura, la mejora de la formación y la implementación de estructuras de gobernanza contextualizadas a las regiones serán fundamentales para que el turismo no solo constituya una fuente de ingresos, sino que también se convierta en una herramienta de conservación y progreso socioeconómico para el país.
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