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Educación inclusiva, una oportunidad para promover la equidad y el aprendizaje*

Luisa


La educación inclusiva busca garantizar que todos los estudiantes, independiente de sus habilidades, características o circunstancias, tengan acceso y oportunidades para el aprendizaje de calidad, en un entorno donde se valore y potencie la diversidad humana desde la óptica de los derechos humanos.

Desde hace algunos años en el ámbito educativo se han desarrollado estrategias y alternativas para dar respuesta a las necesidades de los niños, niñas y jóvenes, propiciando escenarios en un ambiente de aprendizaje común, donde el trabajo colaborativo entre los actores de la comunidad permite minimizar las barreras académicas y arquitectónicas, pero sobre todo, las barreras actitudinales, entendidas como acciones carentes de valores propios de la inclusión, como respeto, amor y empatía, lo que genera prácticas de exclusión y segregación que impiden ser y estar en el entorno educativo.  

Este tipo de escenarios se trasforman solo cuando los esfuerzos giran en torno al fortalecimiento de la cultura del respeto por el otro, cambiando las comprensiones y construyendo juntos escuelas protectoras, acogedoras y seguras, donde se vele por el bienestar y la participación de todos y todas; el compartir con “otros” distintos enseña a los estudiantes a valorar y aprender de las diferencias.

Esto promueve una cultura de la inclusión en la escuela y en la sociedad en general. Los estudiantes desarrollan una mayor conciencia de la diversidad y aprenden a interactuar de manera respetuosa y colaborativa con personas de diferentes culturas, orígenes y capacidades, fomentando un ambiente de cooperación y solidaridad donde todos se benefician y se construye un sentido de comunidad; además, se prepara a los estudiantes para la vida en una sociedad, estimulando habilidades de comunicación, colaboración y resolución de problemas que les serán útiles a lo largo de su vida. Dichas habilidades les permiten enfrentar los desafíos y resolver los problemas de manera más efectiva, lo que les ofrece una ventaja significativa en su ámbito personal y profesional.

La educación inclusiva también tiene un impacto positivo en la sociedad, ya que, al proporcionar una educación de calidad a todos los estudiantes, se están sentando las bases para una sociedad más justa. Los estudiantes se convierten en ciudadanos informados, comprometidos y empáticos, capaces de contribuir de manera significativa al desarrollo de sus comunidades.

Es importante destacar que, para el pleno desarrollo como parte del proceso de educación inclusiva, se requiere del compromiso de todos los actores de la comunidad educativa: docentes, directivos, red de apoyo familiar y estudiantes. Es necesario contar con continua capacitación y retroalimentación conceptual a docentes, diseñando estrategias y alternativas pedagógicas en y para la diversidad, además de realizar los ajustes razonables necesarios que garanticen el acceso y la participación de todos los estudiantes.

La invitación es a seguir trabajando juntos para construir una sociedad más equitativa, inclusiva y solidaria.
 


*Luisa Fernanda Castro Loaiza, Licenciada en Educación Especial y Magíster en Educación desde la Diversidad de la Universidad de Manizales.  

*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional

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