Sigue aumentando el suicidio. ¡Siempre hay otra salida!*
Aunque la pandemia indudablemente nos ha empujado hacia un aumento de reportes de suicidios e intentos de suicidio en Colombia durante los últimos años, no podemos ignorar que estos reportes han estado aumentando constantemente desde hace aproximadamente dos décadas.
El suicidio, según lo expresado en la Política Nacional de Salud Mental (Ministerio de Salud y Protección Social, 2018), es un evento prevenible y de gran impacto en el individuo, la familia y la sociedad, lo que lo hace un tema de gran relevancia en salud pública para Colombia. Esta política reconoce que “el suicidio es todo caso de muerte que resulte, directa o indirectamente, de un acto realizado por la víctima misma, a sabiendas del resultado”, es decir, sabiendo que va a morir.
En Colombia, las tasas de suicidio más altas se encuentran en las principales ciudades capitales, como Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades intermedias como Manizales, Pereira y Armenia, justamente las capitales del Eje Cafetero. Además, en departamentos como Amazonas, Vaupés, Guainía y Arauca.
Siguiendo los lineamientos de la política pública de salud mental en Colombia, entidades como Medicina Legal, el DANE y otras organizaciones no gubernamentales, nos han entregado datos contundentes frente al impacto del suicidio en Colombia y su necesaria atención real como problema de salud pública.
El aumento del suicidio en Colombia durante las dos últimas décadas ha sido aproximadamente del 44%; las personas que más se suicidan en el país son los hombres, duplicando y hasta cuatriplicando en cifras a las mujeres. Lamentablemente, los estudios arrojan que las personas que más se suicidan están en los rangos de edad entre los 15 y 25 años, con una formación académica que rodea la terminación de estudios de bachillerato y el comienzo en instituciones técnicas, tecnológicas o universitarias.
Dentro de las principales causas personales, sociales, económicas o familiares que llevan a una persona a tomar la decisión de suicidarse, ordenadas de la más repetitiva a la menos frecuente, están: problemas dentro de la vida académica, violencia física o psicológica, muerte de un familiar o amigo, conflictos de pareja, suicidios de familiares o amigos, padecimiento de enfermedades, problemas económicos, laborales, y aunque no sea conocido por muchos, problemas jurídicos.
Todos hemos tenido una persona cercana que ha muerto por suicidio, o ha intentado ocasionarse daño buscando la muerte a mano propia: familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o de estudio; y lo más probable, es que nunca nos hayamos dado cuenta de que esta persona está pasando por alguna situación difícil o requería acompañamiento, y terminamos empujándolo al abismo.
La recomendación es estar siempre alerta frente a ideaciones suicidas y acudir a las diferentes instancias que tenemos a la mano para evitar que más casos sigan ocurriendo. No dudemos en usar las líneas de atención que se han habilitado para este tipo de situaciones, los servicios de urgencias, o en recurrir a nuestras redes de apoyo, sean estas familiares o amigos. Siempre habrá alguien dispuesto a escucharnos.
*Juan David Jurado, Abogado y Magíster en Derecho de la Universidad de Manizales
* Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento institucional.