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Normalicemos el sentirnos perdidos*

Normalicemos el sentirnos perdidos*

Hace unos años conversaba con mi tía paterna sobre la entrada a la universidad, específicamente en Estados Unidos, y coincidimos en que se hace complejo para algunos elegir un camino profesional con tan solo 17 o 18 años, surgen mil preguntas que no tienen respuestas rápidas porque aún falta vivenciar esas preguntas caminando hacia lo desconocido e identificando dónde nos sentimos como pez en el agua, fluyendo y siendo útiles para el inmenso mar que nos aguarda cada día.

Luego apareció el tema de las carreras que habían escogido estudiar las amigas de su hija, y me dijo algo que me dejó sorprendida: que algunas estaban en un programa que ofrece la universidad para quienes están indecisos o se sienten perdidos respecto del campo laboral en el que desean sumergirse en los próximos años. Yo le pregunté cómo era el programa, y de qué se trataban las materias que orientaban; ella me explica que les dictan materias de todas las carreras que existen en la universidad, es como un menú abierto de todos los platos, un abrebocas para que prueben y así puedan familiarizarse con sus afinidades y también con lo que no sienten conexión, y poco a poco decidir qué plato es el indicado para seguir con su preparación a profundidad.

Después de la conversación con mi tía me puse a reflexionar, y llegó a mi mente el hecho de que a nuestra sociedad le hacen falta esos espacios, lugares donde las personas que se sientan sin rumbo o con su claridad nublada, puedan encontrar múltiples opciones para explorar y sentirse guiadas sin ninguna presión. Se hace indispensable que la academia y los entornos laborales den la oportunidad a sus integrantes de probar varias opciones distintas en todas las áreas para que los futuros estudiantes y empleados puedan decir: me sentí perdido en una época, pero la universidad o mi lugar de trabajo me ayudó a enfocarme, me dio las herramientas necesarias para salir del laberinto en el que me encontraba.

Siento que en el mundo actual hay que abrirle las puertas no solo a las claridades que aparezcan, sino también a las épocas de transición, de decisiones nuevas, en las cuales llega la incertidumbre a tocar la puerta, como señal de crecimiento y pidiendo atención.

 


*Carolina Patiño Castiblanco
Administradora de Empresas UManizales
patinoccarolina@gmail.com


*Las opiniones expresadas en este espacio no comprometen el pensamiento de la Universidad de Manizales.
 

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