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Del duelo y las culpas (1)

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Enero 30 del 2022

 

Cuando se está en duelo, son muchas las ideas y pensamientos que surgen en la mente; además de las emociones y sentimientos que se entrelazan en el doliente, formando un entramado difícil de entender, en el cual, se anudan diversas emociones. De todas ellas, la culpa es quizás la más devastadora, ya que en ocasiones se vuelve un impedimento para sanar el dolor.

Existen culpas por los asuntos pendientes que no pudieron llevarse a cabo, por sucesos sin resolver, como peleas, distanciamientos; proyectos que ni siquiera comenzaron, viajes que por diferentes motivos no se pudieron realizar, en fin, sueños o ilusiones que quedaron truncados y ya sólo están en el recuerdo.

Culpas porque el afecto y las palabras de amor y de gratitud no se pronunciaron con frecuencia, quizás faltó tiempo o no hubo voluntad para ello, y ante la muerte y su irreversibilidad, aparece la reflexión con el uso del tiempo y las posibles equivocaciones que se fueron cometiendo con el paso del tiempo y los años, al pronunciar cotidianamente las frases famosas cómo: ‘Tranquila, mañana llamo’, ‘mañana sin falta voy’, ‘esta semana nos tomamos el café’, ‘hoy no nos podemos ver, porque tengo mucho que hacer, pero seguro que la semana entrante, saco el tiempo’.

Culpas con la manera cómo se viven las relaciones familiares, las cuales, a veces son tensas o tóxicas y distantes, hogares que parecen más hoteles que sitios para compartir y convivir. Un señor en una asesoría me dijo ante la muerte de su esposa:

-Tengo recuerdos frecuentes de cuando ella me pedía compartir más tiempo, ahora nada puedo hacer. Creo que mi orgullo le causó muchos sufrimientos.

Se tienen además culpas, por no sentirse mejor en el proceso de duelo y entonces hay quienes le reclaman con expresiones como:

-Ya está bien de tanto llanto y tanta quejadera, piensa en nosotros, parece que no nos amaras, nosotros estamos aquí.

Esta demanda lleva a que el doliente más afectado no sólo se guarde su dolor, sino que no tenga con quien hablarlo, para desahogarse.

También está la culpa, porque un día el doliente se despierta sintiéndose mejor, por tener unos días de descanso, de serenidad, de equilibrio o por querer apostarle a nuevos comienzos. Ello lo lleva a creerse una mala persona y a pensar que está traicionando la memoria del ser que partió.

La culpa es una emoción muy fuerte que puede ser un obstáculo o un recurso en el camino de la recuperación de un duelo. Cuando se tiene la posibilidad de aprender de la culpa y de reflexionar acerca de lo que se ha vivido, ello se convierte en un gran recurso para avanzar e inclusive para ser mejor ser humano.

Publicado originalmente en La Patria Manizales, en enero 30 del 2022. Enlace de la publicación original.

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