Liliana Muñoz Noreña
A sus más de 65 años, Gregorio Calderón Hernández, doctor en Administración y coordinador del respectivo doctorado en la Universidad de Manizales, sigue aplicando en sus investigaciones algo que aprendió en su niñez: ser congruente con el pensar, el decir y el hacer.
“Viví nueve años en el campo, una vida hermosa; lo que nos faltaba en recursos nos sobraba en cariño”. Eso es lo primero que rememora Gregorio Calderón Hernández cuando se le pregunta por su niñez. Desde su temprana infancia, su familia -de ascendencia humilde y campesina de la zona rural de Florencia (Caquetá)- reconoció en él una brillantez excepcional.
Sus abuelos, convencidos de las capacidades del primer nieto de la familia, decidieron vender la escasa tierra que poseían con el propósito de darle un mejor futuro a Gregorio; la escuela de su región solo ofrecía hasta tercero de primaria y, si permanecían allí, temían que el niño no pudiera desarrollar sus talentos. A sus nueve años se mudaron a Florencia y allí ingresó a un colegio lasallista donde se graduó como bachiller.
Por cosas del azar, cuenta Gregorio, en 1969 realizó un curso en estadística en salud en la Universidad de Antioquia, financiado por el Ministerio de Salud. Allí conoció a un funcionario del Hospital de Caldas, quien posteriormente lo vincularía a esta entidad, donde trabajó por tres años.
El azar –esa circunstancia inesperada que a menudo crea nuevos senderos en la vida- ha guiado varios momentos cruciales de Gregorio. Sin título profesional, terminó vinculado como director de producción del Departamento Nacional de Estadística (Dane) y allí empezó a interesarse de lleno por la investigación social.
Quería cursar una carrera pero la necesidad de trabajar cada día, limitaba sus opciones de crecimiento personal. Entre las pocas asequibles encontró el programa de Administración de Empresas en la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales. “Terminé como administrador de empresas; cualquier cosa que fuera eso para mí, solo lo veía como la posibilidad de proyectarme”, expresa, pues esa carrera nunca había estado en sus planes.
Por ese mismo azar, cursar una carrera profesional por la que no tenía mayor interés y por la que solo esperaba un ascenso profesional, lo terminó ubicando como un referente importante en Colombia y América Latina en el área de la administración. Sin duda, un éxito semejante lo habría logrado también en otras disciplinas, dado su potencial investigativo.
Su camino por la academia
Como estudiante se inició la docencia: se convirtió en el profesor de numerosos compañeros del bachillerato, y a esta actividad le debe el haber superado la exagerada timidez juvenil. Quienes lo conocen de cerca afirman que siempre está enseñando. “Si estás al lado del profe Gregorio, es imposible no aprender y no es porque él se lo proponga, o porque de forma deliberada te instruya, sino porque él es inspirador”, afirma Claudia Álvarez, su estudiante desde hace más de 20 años.
Cursó dos maestrías, una en desarrollo educativo y social, otra en administración y luego, en 2009, terminó su doctorado en la misma disciplina. Gregorio recibió reconocimiento como profesor emérito por la Universidad Nacional, y también por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Ha publicado alrededor de 53 artículos en revistas científicas, 19 libros de investigación, 17 capítulos de libro de investigación y 17 artículos de divulgación de conocimiento; de acuerdo con Webometrics en su medición del 2017, Calderón obtuvo el puesto 133 entre los 1000 investigadores más citados de Colombia, es el octavo más citado en el campo económico-administrativo y el primero en administración.
La fortaleza del saber científico de Gregorio proviene de la lectura, o mejor, del coctel que creó al combinar la capacidad humana y el desarrollo empresarial que le permitió diseñar el perfil del administrador colombiano requerido para el siglo XXI. Además, introdujo en el país la aplicación de la teoría de recursos y capacidades en las investigaciones sobre gestión humana, desarrollando así un modelo teórico para la gestión estratégica de talento humano. Incluso identificó que las organizaciones nacionales cuentan con una cultura jerárquica y comprobó que con modificaciones en este punto, al abrir los espacios de participación, se puede lograr hasta un 8 % más de productividad.
Extendiendo su conocimiento, ha aportado al estudio de la cultura de las organizaciones, el bienestar laboral, los enfoques de la administración, la cultura de la innovación, la gestión estratégica, la formación del administrador, el cambio organizacional, las competencias laborales, el liderazgo, el emprendimiento y la investigación en administración, por mencionar algunas de sus contribuciones, en su mayoría publicadas en revistas científicas de alto nivel en Colombia y el mundo.
Hace parte del Grupo Cultura Organizacional y Gestión Humana de la Universidad Nacional, actualmente en categoría A1 de MinCiencias, del cual además fue su fundador, y del Grupo de Investigación en Administración y Gerencia de Talento Humano de la Universidad de Manizales, también categoría A1.
Conocimiento para el vivir
Quien haya compartido experiencia vital con Gregorio Calderón coincidirá en que lo caracteriza su coherencia entre lo que hace, dice y piensa, algo poco común de encontrar, rasgo que lo considera aprendido de sus abuelos: “Mi abuela me repetía: ´actúe siempre como si lo estuvieran observando, no importa que esté solo, piense que siempre lo están evaluando´”, y no desde el punto de vista sancionatorio, sino del actuar congruente. Y “el abuelo me decía: ´Si va a decir algo de alguien, piense si será capaz de decírselo de frente; si no, no se lo diga a nadie´”.
A pesar de su perfeccionismo, que en ocasiones afecta sus decisiones, anda por la vida sin enojos, sin descomponerse, sin agredir a nadie. “Él aplica lo que dice y piensa, y siempre cree en el potencial de la gente. Parte del hecho que las personas pueden aprender, incluido él mismo, y tiene una habilidad notable para recomendar sin herir”, afirma Sandra Londoño, compañera de trabajo.
Héctor Mauricio Serna, director de Investigaciones y Posgrados de la Universidad de Manizales, añade que Gregorio Calderón, adicional a su capacidad de enseñar, también se torna en estudiante para aprender de los demás: “Siempre está en función de aprender, de experimentar, y además promueve permanentemente que quienes esté a su lado crezcan como personas y como profesionales”.
“Cualquiera que vea su hoja de vida enseguida pensará que se trata de un personaje; sin embargo, él no actúa el personaje, no presume, no alardea, es como si todos sus logros fueran tan naturales como los de cualquiera”, afirma Claudia Álvarez. Es probable que, por ello, en las descripciones de Gregorio Calderón, sin excepción, resalten siempre dos características pocas veces coexistentes: grandeza y humildad.