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Para entender como adultos hay que ser como niños

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Luis Felipe Molina Ramírez
@LuisFMolina

 

Sara Victoria Alvarado vive los periodos de su vida de manera única. Cada día se asombra como niña, vive plena su juventud y refuerza su adultez. Es sutil y delicada, como cuando se trabaja con amor en un jardín infantil, pero sus palabras tienen la sabiduría proporcionada por décadas de reflexionar sobre la niñez y la juventud.

Desde el 2000, Sara lidera el programa de Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud que ofrece el CINDE y la Universidad de Manizales.

Al celebrar el vigésimo aniversario de este doctorado, reconoce que todo ha cambiado en comparación con sus inicios.

 

¿Qué se siente cumplir 20 años en un programa de doctorado?

Muchísima felicidad y satisfacción. Creo que cuando comenzamos este doctorado con la Universidad hace 20 años nunca nos imaginábamos que hoy podríamos decir que hemos formado 189 doctores para este país, para América Latina y hasta un australiano se ha formado con nosotros. Después de 20 años, seguimos teniendo 77 personas que quieren seguir formándose en este proceso. Hoy contamos con 37 profesores vinculados a este programa.

 

¿Cómo se creó este doctorado?

Es una coincidencia interesante entre los sueños de la Universidad de Manizales y los sueños de la Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano (CINDE). Veníamos realizando acciones de cooperación, creando encuentros internacionales sobre ética ciudadana, pedagogía activa e instalando estos debates en la región.

 

¿Por qué y bajo qué premisa?

Creíamos que realmente había un campo de conocimiento que estaba desatendido por los académicos, pero no estábamos generando al más alto nivel formación sobre los campos transversales o transdisciplinares del conocimiento, como son campos de niñez y juventud, que no les pertenecen a antropólogos, ni a sociólogos, ni a psicólogos.

 

En el 2000, ¿de dónde obtienen la materia prima para formar el doctorado?

En ese momento ya éramos grandes, pues el CINDE ya traía mucha historia académica. Llevaba 20 años en ese momento haciendo formación posgraduada en Colombia y atendiendo los lugares de mayor precariedad. CINDE ya formaba personas de alto nivel. De hecho, yo me formé allí en 1981 como magíster.

 

La infancia y la juventud no son ciclos de vida
ni son edades en un esquema de desarrollo evolutivo


 

¿Se parece en algo a la primera cohorte?

Este doctorado no se parece en nada al programa creado hace 20 años. Cuando tienes una comunidad académica investigando sobre lo que pasa con niños y jóvenes pues se percibe la transformación de los entornos.

 

¿El pénsum es igual?

Pensábamos que un buen doctor debía saber muchas cosas de muchas áreas; pero, al ver las tesis doctorales de los estudiantes, encontramos que el campo es muy complejo y que los abordajes no pueden ser homogéneos. Hoy hay siete líneas y cada una tiene un currículo distinto. No son siete doctorados, aclaro.

 

¿Cuál puede ser un ejemplo de una línea investigativa?

La línea “Jóvenes, cultura y poderes” está trabajando el fenómeno del juvenicidio; un fenómeno que hace 10 años no existía ni se mencionaba.

 

¿Juvenicidio?

Sí, es un tema de enorme interés, de hecho, también es un foco temático, como el feminicidio. Está aumentando de manera vertiginosa la muerte de jóvenes y de mujeres.

 

¿Cuáles son las otras líneas en las que trabajan

Socialización política y construcción de subjetividades. Educación y pedagogía, Infancias, juventudes y ejercicio de la ciudadanía, Praxis cognitivo-emotiva en contextos educativos y sociales, Políticas públicas y programas en niñez y juventud, Infancia y familias en las culturas y Jóvenes, culturas y poderes.

 

Pero ¿están abiertos a incluir nuevas líneas?

Es abierto porque depende de las demandas existentes. Hemos estado en diálogos con la Facultad de Ciencias de la Salud y también con el Programa de Comunicación Social y Periodismo.

 

¿Cómo es el impacto internacional del doctorado?

Hace 12 años decidimos crear una Red de Investigadores de América Latina en Infancias y Juventudes, y ahora tiene 164 investigadores de 27 instituciones de 18 países y es una red que ha realizado encuentros internacionales y que acaba de instalar el Observatorio Latinoamericano y Caribeño de Infancias y Juventudes. También creamos la Red Iberoamericana de Posgrados en Infancias y Juventudes de la cual sale la Bienal Latinoamericana de Infancias y Juventudes y recién congregamos la cuarta edición.

 

¿Cómo se comprende la infancia y la juventud más allá de etapas que se superan para llegar a la adultez?

La infancia y la juventud no son ciclos de vida ni son edades en un esquema de desarrollo evolutivo. Las infancias y las juventudes son presencias vitales permanentes con sentidos y formas propias de estar en el mundo.

 

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¿Y los niños y las máquinas?

El problema no son los niños ni las máquinas, sino la manera como los adultos nos relacionamos con esa relación de niños y máquinas. Ahora, los niños no aman las máquinas.

 

De ahí que salgan más tesis…

Exactamente. Todas esas incertidumbres que producen lo que va pasando son las que dan lugar a tesis sorprendentes. No son tesis de cajón, son tesis de la vida.

 

La juventud quizás es una etapa menos definida, ¿cómo la leen?

Mientras pueda crear sigo siendo joven; el día que renuncie a crear dejo de ser joven. Juventud y creación van de la mano, porque la creación lo que me da es la sensación poderosa de transformar la realidad. La juventud tiene que ver con lo que llamo la reexistencia; la posibilidad de enfrentar.

 

¿Cómo leen los fenómenos sociales de Manizales?

Apostándole fuertemente a liderar la Misión de Sabios por Caldas. Hay que pensar cómo una región como la nuestra puede lograr condiciones de equidad. Creemos que trabajar en esta Misión funciona porque tocamos las raíces de las inequidades, de las violencias y las pobrezas.

 

¿Qué es más emocionante: cumplir 20 de joven o 20 años de doctorado?

Cumplir 20 años en este doctorado. Vivo feliz y a mí me encanta. Sigo aquí jugando como si fuera una niña; me apasiona.

 

¿Este doctorado hace de Sara Victoria una niña o una joven?

Una niña, una joven y una mujer profundamente feliz. Eso es.

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