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Las figuras, la retórica y el séptimo arte

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Ángela Patricia Jiménez Castro

 

“Un plano de la segunda parte del filme nos pone en contacto con el cine de zombis. Nuestra protagonista es enterrada viva, pero gracias a su entrenamiento logra escapar de la tumba a la que ha sido confinada. Vemos su mano salir de la tierra y acto seguido todo su cuerpo se libera. Compréndase como una metonimia de la película Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980), de Lucio Fulci”, explica Carlos Fernando Alvarado Duque, profesor del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, doctor en Filosofía de la U. de Antioquia y líder del Grupo de Investigaciones de la Comunicación en el artículo Metáfora y metonimia: estrategias retóricas de organización narrativa. Análisis de caso en el cine moderno y posmoderno.

La escena es del análisis realizado por Alvarado de las películas Kill Bill: volumen I (2003) y volumen II (2004), de Quentin Tarantino, las cuales están categorizadas en el periodo posmoderno del cine. En el ámbito literario (poesía, narrativa, ensayo) existen diversas formas de expresión que permiten ‘jugar’ con el lenguaje y potenciar sus oportunidades expresivas, bien sea para emocionar, sugerir, realzar la belleza del mensaje, intensificarlo o simplemente multiplicar su sentido. A estas formas no convencionales de emplear las palabras se les conoce como figuras retóricas; no obstante, estas no son exclusivas de la escritura y se instauran en nuestro lenguaje cotidiano para referirnos a situaciones específicas, describir rasgos físicos o emocionales de las personas, manifestar sentimientos o estados de ánimo, entre otros aspectos.

En este sentido, frases como “el tiempo es oro” (metáfora), “te vi con mis propios ojos” (pleonasmo), “los jóvenes juraron lealtad a la bandera” (metonimia) forman parte de este lenguaje retórico. Pero, ¿nos imaginamos la presencia de estas figuras en el cine?, ¿cómo funcionarían desde allí? Esas fueron las preguntas que interesaron a Alvarado. Decidió revisar las figuras retóricas de 32 películas divididas en cuatro periodos del cine y analizar cómo funcionan dentro del séptimo arte como estrategias narrativas. De allí publicó el libro ReFigurar el Cine. Retóricas en la historia del séptimo arte, y dos artículos en revistas indexadas.

La idea comienza con un robo -como el mismo Carlos Fernando lo afirma- de una corta reflexión de uno de sus profesores durante la especialización en Estética y Cultura, quien reconoció en la historia del arte cuatro periodos (clásico, barroco, moderno y posmoderno), en los cuales el estilo de la pintura se veía protagonizado por las características comunicativas de una figura retórica específica. Este robo, que, según Carlos Fernando, “tiene que ver de alguna manera con el ejercicio retórico: robar de distintos lugares del lenguaje para construir sentido de otras maneras”, dio origen al trabajo investigativo del cual se consolidaron los artículos: Alegoría y símbolo en el cine barroco y moderno. Estrategias retóricas, amplificación de sentido, en el que participó Misael Alejandro Peralta, y Metáfora y metonimia: estrategias retóricas de organización narrativa. Análisis de caso en el cine moderno y posmoderno, que estuvo acompañado por Wilson Escobar Ramírez, ambos coautores forman parte del Grupo de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad de Manizales.

 

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Desde Chaplin hasta Tarantino

La investigación se centró en estos cuatro periodos y desde allí estudiaron la presencia y función de las figuras retóricas dentro de la imagen en movimiento. Metáfora, metonimia, alegoría y símbolo fueron las figuras identificadas por los autores. “Creemos entonces que el cine clásico tiene una evocación muy metafórica y el cine posmoderno una muy metonímica. Así mismo identificamos en el cine barroco una expresión predominantemente alegórica y en el cine moderno una presencia simbólica”, expresa Alvarado Duque.

¿Este resultado cómo se traduce? Por ejemplo, en Tiempos modernos, de Charles Chaplin, una de las piezas maestras del cine clásico, la escena inicial es catalogada como una metáfora donde se logra ver a un rebaño de ovejas convertirse en un grupo de trabajadores que emergen de la tierra. Es así como la carga metafórica se reconoce en el intento comparativo de señalar que los seres humanos han sido domesticados. Para el autor esto se explica porque el cine clásico “es profundamente realista, trata de hacer una especie de extensión de la vida cotidiana y en este sentido aparecen las metáforas como un tipo de mecanismo ornamental”. Por su parte, en el periodo barroco, caracterizado por el cine perfeccionista en su forma, interesado en el detalle, donde los planos y las fotografías están cuidadosamente bien logradas, se encuentran en el fondo expresiones alegóricas. Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donell y Gene Kelly, es una de las películas relevantes de este periodo, que presenta un duelo alegorizado entre los dos protagonistas, que finalmente rinden una particular oda al cuerpo, en la que este último dialoga a través de la danza y la voz opera por las imágenes acústicas del filme.

Respecto al cine moderno, los autores encontraron un discurso narrativo y estético más desestructurado, en el que se retira del realismo y trata de ser más abierto a la interpretación. Es allí cuando el símbolo funciona como figura retórica representativa. Un ejemplo de ello se puede reconocer en la película Pierrot el loco, de Godard, que “entrega un relato sobre un escape hacia el sur de Francia. Alejándose de París, Ferdindad y Marianne, nuestros protagonistas, huyen por diferentes parajes en un singular romance. Nuestro antihéroe abandona su familia, nuestra antiheroína es perseguida por la mafia con quien estuvo involucrada. Pero, detrás de este movimiento, se teje una antinarración que sobrepone elementos culturales tales como libros, pinturas, cómics, guerras, resistencias políticas, etcétera”, se argumentó en el artículo Alegoría y símbolo en el cine barroco y moderno. Estrategias retóricas, amplificación de sentido.

Finalmente, en el cine posmoderno, los autores encontraron una narrativa orientada a la intertextualidad, a la referenciación de otras películas dentro de una misma producción audiovisual o a la alusión de otros contextos, característica relacionada con la metonimia. Recicla y evoca elementos de otras películas para desestabilizar la imagen clásica. Un ejemplo para este periodo es Kill Bill I y II, en el que los autores reconocen un trabajo metonímico referente a otras películas y a diversos géneros cinematográficos (ejemplo mencionado en el primer párrafo del artículo).

 

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Última escena

Esta Investigación resalta que en el cine las figuras retóricas no son simples ornamentos, es decir, no se trata de incorporarlas para hacer más atractivo el lenguaje, sino que “son recursos que emplean los directores para explorar las potencias del mismo y permitirles tener una vocación hacia un estilo generalizado”, precisa el autor. En este sentido, las figuras retóricas son estructurales para el lenguaje del cine y se convierten en técnicas de creación y exploración de mecanismos estéticos.

 

Revistas en las que fueron publicados los artículos
Alegoría y símbolo en el cine barroco y moderno. Estrategias retóricas, amplificación de sentido. Galaxia (Sao Paulo, online), 2017. Páginas 18-30.
Metáfora y metonimia: estrategias retóricas de organización narrativa. Análisis de caso en el cine moderno y posmoderno. Publicado en Revista Signa 28 (2019). Páginas 373 – 399.

 

Título de investigación: Análisis de dos figuras retóricas en el cine clásico y contemporáneo: metáfora y metonimia Estudio de la alegoría y el símbolo como recursos narrativos en el cine barroco y moderno

Investigador principal: Carlos Fernando Alvarado Duque

Coinvestigadores: Misael Alejandro Peralta y Wilson Escobar Ramírez. Grupo de Investigación de la Comunicación

Financiación: 2015 – 2016

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