Una investigación identificó las razones por las que dos iniciativas asociativas lecheras y cacaoteras de un corregimiento de Samaná (Caldas) han sobrevivido al tiempo y las dificultades. La alianza con un socio gestor y aliados comerciales les significó éxito para comercializar productos y generar desarrollo tras el desplazamiento por la violencia.
Por: Killy Gutiérrez Guzmán
Distante de Manizales, y después de recorrer unas ocho horas en carro, está San Diego, un corregimiento de Samaná que ha padecido el conflicto. Allí, cientos de campesinos salieron desplazados por la violencia de los frentes 9 y 47 de las Farc. Tras quedarse sin nada -cuenta un habitante de la zona- buscaron un nuevo comienzo y le apostaron a la ganadería.
En 2012, él y otras 19 personas aunaron esfuerzos para “hacer potreros”, pero había que pensar en cómo orientar al gremio ganadero; entonces “conformamos una asociación, la difundimos, empezamos a recibir información y a hacer proyecticos pequeños con el Estado”.
En esas les apareció un aliado comercial para vender la leche, y ahí entró a participar Celema. Años después este modelo asociativo llamó la atención de investigadores de la Universidad de Caldas, la Universidad Nacional sede Manizales y de la Universidad de Manizales. Estudiaron estrategias de sobrevivencia de población víctima del conflicto armado desde la perspectiva de la capacidad de agenciar, es decir, de la iniciativa para organizarse, tomar decisiones, actuar y producir cambios.
La investigación titulada Capacidad de agencia y estrategias de sobrevivencia social y económica en población en condición de desplazamiento forzado derivó en un artículo científico donde plasmaron las experiencias de dos iniciativas integradas a través del Proyecto Apoyo a Alianzas Productivas (PAAP) del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. El interés se centró en comprender las razones que los convirtieron en casos exitosos.
“Nos llamaba la atención que los emprendedores trabajen en red o se integren en alianzas productivas, porque sabemos que en el posconflicto se le ha apostado a los proyectos productivos e incluso, desde antes, lo ha hecho tanto el Gobierno nacional como instituciones públicas y privadas”, afirma la investigadora Julia Clemencia Naranjo Valencia, docente del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales.
Las organizaciones seleccionadas trabajan en la producción de leche y el cacao, las cuales se unieron, respectivamente, con Celema y Casa Luker, empresas que actúan como aliado comercial. Son organizaciones relevantes dado que el mercado es una limitante para los emprendimientos sociales.
Capitales unión, puente y enlace
Si bien en los procesos de emprendimientos sociales hay limitantes, a los investigadores les llamó la atención que las dos asociaciones, al adoptar el modelo de la alianza, superaran las dificultades. Es ahí cuando aparecen tres tipos de capital: unión, puente y enlace, que conforman el capital social, según la profesora Naranjo Valencia.
El capital unión va más allá de la asociatividad, es la solidaridad entre los integrantes y la relación de confianza entre ellos.
La investigadora Ana Cristina Ocampo Wilches, docente de administración en la Universidad de Manizales y participante del proyecto, expone que en ese punto se genera un fenómeno interesante ya que la empresa compra a un precio pero es posible que “un intermediario lo haga por más; pero si se hace así se daña la relación a largo plazo”. La confianza entre las partes asegura que el convenio se mantenga en el tiempo.
Como quedó consignado en el artículo derivado de la investigación publicado en la revista Journal of Entrepreneurship, uno de los representantes de Casa Luker comparó la relación comercial con un matrimonio: “Esto tiene que ser de largo aliento, porque si no, no funciona”.
De esa manera, afirma la profesora Ocampo Wilches, se benefician tanto los agremiados como las empresas que compran la leche o el cacao, y que requieren productos de calidad. Sin embargo, las ventajas también pueden ser sociales, como lo evidenció uno de los integrantes de la asociación de cacaoteros, quien les dijo a los investigadores: “Es importante unirnos porque hacemos una gran amistad, todos nos distinguimos, nos valoramos y creo que tenemos como una familia”.
Por otro lado, el capital puente es el que se da entre la asociación, el aliado comercial y el socio gestor, otra figura importante en el modelo, cuyo rol es capacitar a los campesinos en el manejo de las cuentas, el seguimiento a las ventas o la realización de informes, por ejemplo. La Fundación Acesco participó en este rol.
Por último está el capital enlace. Al unirse, los actores pueden establecer contacto con otro más, el promotor, que para estos efectos es el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, proveedor de recursos técnicos y financieros a la alianza productiva. Es, según la profesora Ocampo Wilches, lo “que permite que estas personas mejoren su calidad de vida”.
Valor económico y social
Los diferentes capitales identificados en la investigación aportan aprendizaje colectivo y cambio institucional, aspectos que favorecen los determinantes de la innovación social que se concreta en nuevos modelos de negocio.
El valor del capital social que se ha creado -se lee en el artículo- es importante en San Diego dado que la existencia de capacidades fragmentadas es común en escenarios rurales y de posconflicto. Además, porque a pesar de que sectores públicos y privados destinan recursos a apoyar empresas sociales, no todos los esfuerzos resultan exitosos.
Lo bonito de la investigación -dice la profesora Naranjo Valencia- además de identificar dos asociaciones con procesos efectivos, es mostrar “la berraquera de gente que fortaleció su desarrollo y que aprendió a operar”.
Adicionalmente, el estudio es valioso, en la medida en que muestra lo que está pasando en el oriente de Caldas, según la docente Ocampo Wilches. Los emprendimientos sociales son un proceso que continúa en el día a día, y gracias al modelo implementado se ha logrado “avanzar considerablemente durante esto años”, dice uno de los habitantes de San Diego, y eso -agrega- “los motiva para seguir en la lucha”.
Dialogo e informática
El estudio fue cualitativo y seleccionó las asociaciones a través del método bola de nieve, en la que un primer contacto se une y lleva al siguiente. También empleó la estrategia árbol de la vida. Con esta metodología se simbolizaron momentos específicos de la vida de los participantes en encuentros narrativos que garantizaron un diálogo empático entre grupos de entre 5 a 20 personas, de acuerdo con uno de los artículos que surgieron del estudio.
Adicionalmente se realizaron nueve entrevistas semiestructuradas grabadas en audio y video para conocer el inicio de las asociaciones, las relaciones entre sus integrantes, las barreras en el proceso y los beneficios. Luego analizaron los datos según fragmentos o códigos en las imágenes, voces y textos para diseñar patrones.
Título de investigación: Capacidad de agencia y estrategias de sobrevivencia social y económica en población en condición de desplazamiento forzado.
Investigador principal: Nelvia Victoria Lugo Agudelo, Victoria Eugenia Pinilla Sepúlveda, Sandra Yaneth Vallejo, Julia Clemencia Naranjo Valencia.
Coinvestigadores: Ana Cristina Ocampo Wilches y Luis Felipe Trujillo Henao
Facultad: Grupo de Investigación en Cultura Organizacional y Gestión Humana de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales. Grupo de Investigación en Administración y Gerencia del Talento Humano de la Universidad de Manizales.
Financiación: Universidad Nacional de Colombia sede Manizales y Universidad de Caldas
Periodo de la investigación: 2017 – 2018