Sania Salazar Gómez
Los proyectos van desde producción de abonos ecológicos y comercialización de café hasta actividades culturales, captación, distribución de dinero y recursos para otros emprendimientos.
A pesar de que en Colombia no hay una política pública específica de emprendimiento social ni de innovación social, jóvenes de zonas rurales del oriente de Caldas están desarrollando este tipo de iniciativas en sus territorios.
“Vemos que el emprendimiento social es una alternativa de emancipación y de participación que tienen los jóvenes y que se da con muchísima frecuencia, pero la política pública de emprendimiento no contempla esta categoría social, pues está más enfocada en el emprendimiento comercial y con fines económicos”, explica Sandra Londoño, quien llegó a esta, entre otras conclusiones, durante la realización de su tesis de grado del doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud Cinde-Universidad de Manizales.
El objetivo de la investigación es identificar cómo incide la política pública en los emprendimientos sociales (específicamente de jóvenes) que a su vez generan innovación social.
Londoño encontró que en Samaná, La Dorada, Pensilvania y Victoria (municipios víctimas del conflicto armado en el departamento) hay jóvenes que aprovechan la política general de emprendimiento y han creado seis de estas iniciativas. La investigadora destaca que los líderes de estos emprendimientos son personas calificadas y cualificadas, con capacidad para incidir en la política pública. Son jóvenes que están transformando sus entornos.
Del emprendimiento a la innovación
Londoño explica que el método utilizado en la investigación es un trazado de procesos que muestra los mecanismos o las acciones para que un emprendimiento social genere innovación social, o que detecta lo que falla o falta.
En un artículo publicado por Londoño y por Claudia Milena Álvarez se explica que “en términos generales, el emprendimiento puede ser entendido como cualquier actividad que desarrolla un individuo por su propia iniciativa, siendo los emprendimientos sociales uno de ellos, los cuales se caracterizan por tratar de resolver algunos problemas de esta índole. Por tanto, la actividad emprendedora social se basa en actitudes y comportamientos fundamentales para producir bienes y servicios que permitan lograr la meta del bienestar de una población”.
Las autoras precisan que la innovación social se da cuando se logra cambiar actitudes, comportamientos o percepciones en un grupo social y esto lleva a nuevas formas de acción colaborativa dentro del grupo y fuera de él.
Para ella, el principal aporte del trabajo es generar un soporte teórico y empírico para los lineamientos de política pública alrededor del emprendimiento social con un enfoque en los jóvenes rurales. Londoño señala que sin conocimiento de esta realidad no se puede crear una política pública coherente y pertinente. “Es muy necesario ir, conocer la realidad, mirar cómo funciona, ver el proceso para poder decir, acá está muy bien, fortalezcamos acá o arreglemos aquí”.
El artículo titulado El emprendimiento rural en la construcción de la paz: análisis de la (des) articulación en el Valle del Cauca, Colombia, publicado en la revista Ópera, destaca que estas iniciativas en zonas afectadas por el conflicto no solo promueven el desarrollo económico, sino que son consideradas apuestas inclusivas con efectos en el bienestar social, la reconciliación y la convivencia porque en muchos casos atienden actores como víctimas del conflicto, desmovilizados o excombatientes.
La Asociación de Jóvenes Emprendedores (ASOJE), conformada principalmente por personas entre los 16 y 30 años, es uno de los proyectos que encontraron las investigadoras. Surgió en 2006 como iniciativa de la Pastoral Social Cáritas La Dorada. En el artículo se destaca que se trata de un emprendimiento social cuyo objetivo era generar posibilidades de inserción laboral para jóvenes víctimas del conflicto armado, pero que generó innovación social al trabajar articuladamente con la comunidad, con organizaciones del Estado y entidades privadas que comparten un objetivo social.
“ASOJE, a partir de la consecución de recursos externos, ha generado focos de intervención; uno de ellos son los jóvenes de La Dorada, quienes han sido vinculados al proyecto Golombiao, impulsado por la asociación que, a través de la lúdica y el juego, forma para la construcción de paz. También, se han focalizado en ámbitos como la salud sexual y reproductiva, mediante la creación de la Escuela de Formación para los Derechos Sexuales y Reproductivos, que apoya el trabajo realizado por la administración municipal. Ambos procesos evidencian el trabajo interinstitucional de la Aso- ciación a través del cual se vinculan objetivos sociales y de interés colec- tivo”, describe el artículo publicado por las investigadoras.
Londoño destaca la capacidad de incidencia política, el liderazgo femenino y la cooperación de los participantes en los distintos proyectos. Resalta que incluso han logrado captar recursos de entidades internacionales.
“Uno de los principales aportes de este trabajo es incluir la ruralidad en esos proyectos. Uno ve que se apoya el emprendimiento, pero estos espacios de la ruralidad no se han tenido en cuenta en las políticas. Muchos de los proyectos que estos jóvenes emprenden también son de impacto social para sus regiones; no es solo la oportunidad de hacer nuevos negocios, sino la de generar espacios de formación. Socializar estas experiencias también sirve para que otros jóvenes busquen su posibilidad de emprender”, resalta Álvarez.
“La política pública incide en el emprendimiento a través de los sistemas formales (formación, financiamiento, etc). A partir de la investigación se han identificado mecanismos que llevan a que emprendimientos sociales de los jóvenes generen resultados de innovación social. Estos mecanismos son el capital social, el liderazgo colectivo y el aprendizaje colectivo. Entonces, el emprendimiento social genera capital social (lazos, vínculos, relaciones) que llevan a su vez a la generación de liderazgo y aprendizaje colectivo, este proceso lleva a que se den finalmente innovaciones sociales”, precisa Londoño.
Para la coautora del artículo, una de las principales quejas de los jóvenes es la falta de recursos. Indica que, aunque hubo dinero para proyectos relacionados con economía naranja, a veces a los jóvenes les falta formación para aplicar a esas convocatorias o se les dificulta acceder a la información por los problemas de conexión en las zonas rurales; y también necesitan infraestructura para desarrollar los proyectos, acompañamiento, asesoría de parte de alcaldías, gobernaciones y otro tipo de entidades.
“En la medida en que exista la política vamos a poder focalizar. Si hay una política de emprendimiento social va a llamar la atención y más personas van a querer estudiarlo y que esos estudios puedan fortalecer esa política pública, que no sea simplemente una caracterización y no pase nada con estos resultados”, concluye Londoño, quien además explica que esta es una primera fase, luego de la cual vendrá la realización de un grupo focal con los emprendedores y unas entrevistas con hacedores de política pública para compartir experiencias.
Título de la investigación: Emprendimiento e innovación social: Experiencia de jóvenes rurales en Caldas-Colombia
Investigador(a) principal: Sandra Londoño
Coinvestigadores: Claudia Milena Álvarez. Grupo de Administración y Gerencia del Talento Humano
Financiación: Universidad de Manizales
Período de la investigación: Empezó en 2019