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Formar en empatía, ¿una posibilidad?

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Liliana Muñoz

 

María Camila Osorio Blandón, joven investigadora y docente, centra sus esfuerzos investigativos en conocer si desde el colegio se puede potenciar la moral

Tiene 22 años, es psicóloga y está terminando su maestría en Educación desde la Diversidad de la Universidad de Manizales. Se divierte contando que cuando solicita que abran los salones para dar sus clases le responden, generalmente, que “a los estudiantes no se les presta ese servicio y que debe esperar al profesor”.

María Camila Osorio Blandón estuvo en México haciendo ciencia. Es joven investigadora de Colciencias, ha participado en el comité editorial de revistas indexadas y ahora está centrada en responder una pregunta: ¿es posible, a través de estrategias educativas, potenciar la empatía y el desarrollo moral para promover una cultura de paz?

Esto lo aplica con pruebas a estudiantes de bachillerato de dos colegios de Manizales. Allí pregunta sobre la responsabilidad y el otro, la empatía, la moral, las consecuencias de los actos, la deshumanización.

 

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Primeros pasos

Su interés por la investigación lo descubrió al iniciar Psicología en la UManizales, programa que exige a los estudiantes realizar un proyecto de aula durante los tres primeros semestres para aprender a investigar.

Lo que para sus compañeros solía ser un proceso caótico y difícil, a ella le resultó fluido y motivador. De hecho, recuerda que con el profesor de Sistemas Psicológicos y Método de la época, Wilmar Antonio Rodríguez Castellanos, era muy difícil obtener un cinco, pero en su sustentación rompió esta tradición. “Empecé a vincularme a semilleros, a estudiar, fui a ponencias…” y estas experiencias la enamoraron cada vez más de la investigación. Su proyecto, que no se ejecutó, preguntaba acerca de la influencia del modelo neoliberal en los factores de riesgo psicosocial de las enfermeras del Hospital Infantil de Caldas.

En octavo semestre apoyó la Revista Tempus Psicológico de su programa, y si bien no implicaba investigar directamente, revisó artículos, los enviaba a pares evaluadores, se acercó al mundo de las publicaciones investigativas. Aunque podía graduarse por promedio, decidió escribir un artículo de investigación en prosocialidad y agresividad en adolescentes ubicados en la modalidad Hogar Sustituto Vulneración del ICBF. Halló que a pesar de que estos jóvenes habían crecido en situaciones de vulnerabilidad lo cual -se suponía- inhibiría el desarrollo de conductas prosociales como ayudar al otro, compartir, beneficiar a los demás, de hecho sí las presentaban. El artículo fue calificado como meritorio y está en evaluación por una revista chilena para su publicación.

El trabajo en la revista le aportó un auxilio en la matrícula y así pudo graduarse e iniciar su maestría. Ya terminó materias y en su proyecto de grado estudia los patrones de aprendizaje de 124 practicantes de las siete licenciaturas de la U. de Caldas. Allí se pregunta por las características socioeconómicas, culturales y personales. Ha encontrado, por ejemplo, que el 67,7 % de los participantes eligieron como primera opción la carrera que cursan.

 

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María Camila hace parte del comité editorial de la revista Tempus Psicológico de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la UManizales.

 

En 2018 participó en la Convocatoria para Jóvenes Investigadores de Colciencias, en la que estaba el posacuerdo como una de sus líneas de trabajo. María Camila, de nuevo, estaba interesada en buscar un nuevo norte investigativo.

 

Educación pensada para la paz

Participó y ganó la convocatoria con el proyecto La influencia de la empatía y el desarrollo moral como precursores de la cultura de paz en dos colegios de Manizales. Luego de las pruebas anteriormente reseñadas realiza una intervención educativa por medio de talleres sobre cultura de paz, regulación emocional, autorregulación, toma de decisiones y resolución de conflictos, y finalmente, se aplicarán de nuevo los test para identificar si hay cambios en los resultados. “Si así fuera, lo que esto expresa es que se puede formar en empatía y desarrollo moral, lo que tendría que generar cambios en los currículos y derivar en unos impactos educativos muy grandes en el horizonte de que la educación aporte realmente a la paz”, afirma Camila.

Actualmente está dedicada a desarrollar la propuesta presentada a Colciencias y a escribir dos libros: uno sobre estilos cognitivos y otro sobre aprendizaje e inclusión de otro proyecto paralelo.

Confiesa que quizás por su juventud e inmadurez investigativa no ha elegido una línea de estudio que conduzca sus intereses pues ha abordado estilos cognitivos, factores de riesgo psicosocial, prosocialidad, diversidad, por mencionar algunos; sin embargo, sí tiene claro que se quiere dedicar a la investigación y a la docencia universitaria.

 

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Pero a diferencia de ella, su docente y mentora, Gloria Tobón, afirma que Camila tiene madurez emocional e intelectual que supera por mucho a la de sus pares. “Desde que la conocí supe que era una promesa por su actitud frente al conocimiento y a la vida que la hace generalmente ecuánime, amorosa, respetuosa de sus profesores y de sus iguales”, comenta.

Cuando mira por el espejo retrovisor, acepta que hay muchas cosas que viven los jóvenes y que ella, por su dedicación al estudio y a la investigación, no ha experimentado; sin embargo, no considera que el balance sea negativo. “He dejado de hacer un montón de cosas, pero ya en este momento de mi vida no lo veo como ¿yo por qué no lo hice?, sino que mi ganancia está en otro terreno”, concluye.

 

Existe la preocupación de que en el futuro los nanotubos de carbono se conviertan en un nuevo asbesto por los riesgos para la salud humana debido a su grosor y longitud. Son materiales de carbón y por ende son biocompatibles con el cuerpo humano, el problema radica en el catalizador empleado, los cuales pueden ser contaminantes.

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